Esa secuencia de palabras, en efecto, puede resultar paradójica. Probablemente, el mensaje que se pretende expresar es que se va a recuperar la normalidad, si bien esta normalidad no va a ser la que conocíamos, sino una diferente. Para sintetizar, se acaba diciendo «volver a la nueva normalidad», giro que encierra la anomalía que señala: se afirma que se vuelve a un estado novedoso.
Esta dificultad podría evitarse con un cambio pequeño: volver a una normalidad nueva. Esta secuencia resulta preferible, ya que, por un lado, se sustituye el artículo determinado la por el indeterminado una, de modo que la normalidad a la que se hace referencia se trata de un modo más inespecífico, que hace oportuno algún tipo de precisión posterior; por otro, a continuación, justamente a fin de concretar cómo va a ser esa normalidad, el adjetivo se pospone al sustantivo, adquiriendo así todo su valor calificativo: hablamos de una normalidad novedosa, distinta, no la que conocíamos.
En este sentido, conviene recordar que la anteposición del adjetivo tiende a interpretarse en español como un epíteto, esto es, como una información consabida o no restrictiva: en la blanca nieve, el adjetivo no aporta información nueva, mientras que en la nieve blanca el adjetivo puede servir para distinguir entre esta y la que ya está gris por las pisadas o roderos de los vehículos.
En cualquier caso, cabe añadir que esta misma idea podría haberse expresado recurriendo a otros verbos, como alcanzar la nueva normalidad o llegar a una normalidad nueva.