En efecto, la forma asentada es calima, tal y como figura en el Vocabulario meteorológico internacionalde la Organización Meteorológica Mundial, que la define como ‘suspensión en la atmósfera de partículas secas tan diminutas que son invisibles a simple vista, pero que en conjunto dan al cielo una apariencia opalescente’.
El Meteoglosario visual de la Agencia Estatal de Meteorología de España añade que «el término calima se usa cuando coinciden una visibilidad reducida y una humedad relativa menor del 70 %» y explica que el grado de humedad es lo que la diferencia de la bruma (en esta, la humedad relativa es mayor del 70 %).
Es cierto que el Diccionario de la lengua española, que ofrece una definición semejante de calima (‘accidente atmosférico consistente en partículas de polvo o arena en suspensión, cuya densidad dificulta la visibilidad’), recoge también como sinónimo la variante calina, menos frecuente. No obstante, es preferible emplear la forma con eme, calima, que es la asentada hoy en día en el ámbito de la meteorología.
Últimamente escucho a mucha gente que lee los años en bloques: «veinte treinta» en...
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