El batacazo va por barrios  (CRÓNICA)

Foto: ©Agencia Efe/ Rafa Alcaide

Real Madrid, Barcelona y Atlético de Madrid disputaron este sábado su primer partido de la segunda vuelta liguera. A juzgar por la tabla clasificatoria, los tres máximos aspirantes al título resolvieron sus encuentros de idéntica forma: victoriosos, sumando los tres puntos en juego.

Pero el regusto de sus respectivos encuentros no puede ser más distinto: el Barcelona goleó cero a seis al Elche, completando un apabullante parcial de dieciocho goles a favor y ninguno en contra entre los dos partidos de la Liga BBVA y los dos del cruce en la Copa del Rey; con menos holgura, también el Atlético de Madrid disfrutó con su triunfo ante el Rayo Vallecano, especialmente gracias al francés Griezmann, que consiguió un doblete y a punto estuvo de anotar un tercer tanto; el Real Madrid, a diferencia de sus perseguidores, sufrió lo indecible para acabar por delante en el marcador y anotar el gol de la remontada tras un penalti marcado por Bale cuando ya se cumplía casi el último minuto.

Llama la atención la trayectoria del equipo blanco: tras haberse convertido en tetracampeón y ser designado mejor club del mundo en el 2014 por la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol, la plantilla de Ancelotti se ha visto apeada de la Copa del Rey y, pese a su victoria a domicilio este sábado, su juego empeora cada semana desde la lesión de Modric. El mismo club que tocó el cielo al conquistar el Mundialito en diciembre, estuvo en un tris de pegarse en Córdoba un señor batacazo.

Y así como un mismo equipo es capaz de lo mejor y lo peor, de tocar la gloria y desquiciarse, el sustantivo batacazo es uno de esos autoantónimos empleados para expresar una idea y la contraria: en España, la definición que más se acerca a la intuición lingüística de la mayoría de los hablantes la proporciona el diccionario Clave: ‘fracaso grande e inesperado’; mientras que en algunos países de América, como Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina o Uruguay, se utiliza esta misma palabra para referirse a un ‘triunfo inesperado y sorprendente’, conforme a la cuarta acepción del diccionario académico.

Del uso español dan fe frases como «Batacazo y carbón», «Luis Enrique marea a un Barça que se pega un batacazo contra la Real» o «Batacazo del Barça en casa ante el Celta».

Por su parte, reflejan el uso americano los siguientes titulares: «El equipo de Carlo Ancelotti visitará el estadio Nuevo Arcángel para enfrentar al Córdoba, que buscará dar el batacazo» y «El Cholo Simeone dio el batacazo en el Santiago Bernabéu».

Como se aprecia en los ejemplos, este sustantivo entra en combinación por lo común con los verbos dar pegar. Con una diferencia: en España, el verbo aparece con sedarse/pegarse el batacazo, pronombre que desaparece en América: dar/pegar el batacazo.

Más complicado resultará discernir el sentido del sustantivo cuando no medie verbo. Así, cuando Messi acude a la gala del Balón de Oro con un esmoquin color burdeos y al día siguiente se encuentra una portada con el siguiente titular: «Batacazo de imagen de Leo Messi», ¿están felicitándolo por su buen gusto de este año?, ¿o le están plantando un suspenso en moda a triple columna?

Las palabras, ya se sabe, tienen vida propia, se independizan, van de un país a otro y adquieren más perspectiva, desarrollan nuevos sentidos. Entonces, según desde dónde se pronuncien, significarán una cosa o la contraria incluso.

Exactamente igual sucede con los clubs de fútbol, que suelen mostrar muchas caras a lo largo de un año: un mismo equipo comienza la temporada con un juego fluido y luego se atasca; otro empieza cuestionado y, con el paso de los meses, sus resultados resultan incontestables.

Solo una cosa es segura: mientras el balón siga rodando por los campos de la Liga BBVA, tanto las palabras como el estado anímico de los equipos seguirán dando vueltas.

 

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