El famoso eslogan «El Barça es más que un club», creado por Javier Coma con motivo del Primer Día Mundial del Fútbol, forma parte de la cultura balompédica desde 1973, esto es, en mi caso particular, podría decirse que de toda la vida.
Por supuesto, la palabra club es mucho más longeva: cuarenta años de quien escribe no son nada en comparación con los más de ciento cincuenta que lleva esta voz en el Diccionario de la lengua española; no digamos con sus más de siete siglos de recorrido en inglés, según el diccionario Merriam-Webster, que se remonta hasta el siglo trece para hallar el primer uso de este término como sustantivo.
Si nos fijamos simplemente en la evolución experimentada por club en el seno de nuestro idioma, cabe destacar que su primera aparición en el diccionario académico data del año 1843 y su definición entonces era ‘junta de individuos de alguna sociedad política, por lo común clandestina’, acepción en la actualidad matizada («a veces clandestina», en vez de «por lo común clandestina») y desplazada a la tercera posición extrañamente, pues el criterio con el que aparecen las definiciones no es el del uso, sino el de su antigüedad.
Más de setenta años después, en 1914, se añade ‘sociedad de recreo’ como segunda acepción, desarrollada en 1970 y nuevamente ampliada en 1992 hasta llegar a la actual: ‘sociedad fundada por un grupo de personas con intereses comunes y dedicada a actividades de distinta especie, principalmente recreativas, deportivas o culturales’.
En fecha más reciente, en 1984, la entrada club introduce una marca inusual: no siendo lo común que el diccionario detalle cómo ha de formarse el plural de los sustantivos, esta vigésima edición sí señalaba que el plural de club es clubes, detalle que en las dos últimas ediciones desapareció del Diccionario de la lengua española.
No solo eso, sino que desde 1984 también aparece como variante en singular de club el término clube. Según esto, nada de malo habría en afirmar que el Barça es más que un clube; nada, salvo que quien así hablara se expondría a miradas de extrañeza: «¿Qué le pasa en la boca?, ¿por qué habla tan raro?».
Probablemente, ese desacostumbrado singular terminado en -e ha de interpretarse como una suerte de base sobre la que construir o justificar el asimismo peculiar plural clubes. ¿Y por qué peculiar? Porque, en español, el plural de las palabras terminadas en consonantes distintas de -l, -r, -n, -d, -z, -j, -s, -x, -ch, «se trate de onomatopeyas o de voces procedentes de otras lenguas, hacen el plural en -s», tal como indica el Diccionario panhispánico de dudas.
Esta misma obra, en consecuencia, así como la actual Nueva gramática de la lengua española, dan cabida al plural regular clubs. No obstante, se sigue bendiciendo igualmente la atípica forma clubes, que se promovió sin atender al criterio regular, pero que hizo fortuna entre los hispanohablantes y hoy, con diferencia, es la más usada.
En las dos últimas ediciones, la correspondiente al 2001 y la del tricentenario recién pasado, se omite cualquier referencia al plural, se mantiene la variante singular clube y se intercala en club una nueva acepción: ‘lugar donde se reúnen los miembros de estas sociedades’ recreativas.
Por paradójico que suene, en cualquier caso, nada tan normal en el lenguaje como las excepciones: aunque a partir de esnob, baobab, web, pub o nabab (‘hombre sumamente rico’), a nadie se le ocurrirá formar los plurales esnobes, baobabes, webes, pubes o nababes (lo apropiado es esnobs, baobabs, webs, pubs y nababs), en el caso particular de club, el plural clubes convivirá con clubs salvo que la Academia y los hablantes acuerden ceñirse al criterio habitual establecido para la formación del plural de las voces terminadas en -b.
Mientras tanto, valga reiterar que la variante irregular es la que triunfa. Que nadie se rasgue las vestiduras: también es anómalo que un único futbolista adquiera más poder que sus compañeros, entrenadores y presidentes y, sin embargo, en Barcelona se ha pasado del eslogan de Javier Coma a «Messi es más que un club».
Respecto a su eterno rival, por cierto, contando los dos goles que consiguió ayer en el Coliseum horas antes del triplete de Messi contra el Dépor, ha marcado él solo el doble de tantos que el Getafe entero: también Cristiano es más que un club.