Con el fútbol sucede como con el teatro: los profesionales lo son por vocación. Por eso, porque el mero hecho de entrenar y ensayar supone ya cumplir un sueño, resulta tan divertida la frase aquella, creo que de Woody Allen, de «Trabajo como actriz, pero en realidad me gustaría triunfar como camarera». «Ahí donde me ves todos los malditos años nominada al Óscar —podría añadirse—, hago unos huevos revueltos de caerte de espaldas».
¿No sería igualmente risible que un futbolista afirmara «Juego en primera división, pero algún día conseguiré ser comercial de telefonía móvil»?, ¿acaso existe un solo jugador que no celebre atarse las botas cada día? Futbolistas y actores, en suma, son personas privilegiadas, astros de distintos firmamentos: la Liga BBVA o la alfombra roja de los Premios Max.
Claro que el lenguaje del teatro y el del balompié comparten mucho más que estrellas. Así, cuando un entrenador se quita méritos por una victoria y desea ensalzar a su plantilla, suele oírse aquello de «Ellos son los protagonistas». «¿Los once?», podrá preguntarse el lector. Y es que, en efecto, aunque el significado se entienda y nada pueda censurarse, si protagonista es el ‘personaje principal’, parece un exceso de principalidad llamar así a cada uno de los integrantes del equipo.
Más bien, resultan más precisas frases como «El Deportivo derrotó al Rayo con Celso Borges como protagonista», donde solo se destaca la actuación de un jugador, en este caso, el costarricense que marcó este viernes un doblete ni más ni menos que en el día su debut.
Si en vez de referirnos al primer partido de un jugador en un club lo que se celebra es la primera jornada de un campeonato, nada tan habitual como leer que «El Granada–Deportivo de la Coruña abre el telón de la Liga BBVA». Más recientemente, en enero, se publicó que «Se vuelve a levantar el telón de la Liga BBVA tras el parón de las vacaciones navideñas». Cómo no, cuando la Liga BBVA toque a su fin, tampoco faltarán frases como «La competición de la regularidad baja el telón».
Y cuando en lugar del primer partido de un jugador o de una temporada es la primera vez que un entrenador pone juntos a determinados jugadores u opta por determinada táctica, se empleará el verbo estrenar: «El Barça estrena defensa en el clásico» o «Luis Enrique estrena la 3-4-3».
Pongamos ahora por caso que el partido ya ha empezado y resulta que un equipo avasalla a su rival. ¿Qué se dirá en tales circunstancias? En efecto: «El partido fue un monólogo». Nótese, en este sentido, que la palabra monólogo suele aplicarse al texto de un personaje de teatro. ¿Cómo, pues, se recurre a este sustantivo en las retransmisiones futbolísticas? En mi opinión, dicho de un partido, solo cabe entender esto del soliloquio como ampliación de este otro tópico: «Los jugadores hablan sobre el terreno de juego». Entonces sí: solo si únicamente habla un equipo, habrá monólogo.
En estos casos, el entrenador del equipo en desventaja tirará de banquillo para cambiar el decorado o la decoración del partido: «Djukic trató de cambiar el decorado reforzando el centro del campo con Abel Gómez». Para eso, no le quedará más remedio que meter a unos jugadores y hacer salir a otros, que harán mutis por el foro: «Sin protagonismo y con más apuros de los lógicos, Douglas hizo mutis por el foro a falta de un cuarto de hora».
Si ni por esas se consigue dominar el partido, siempre cabe la esperanza de que una jugada ensayada salve al equipo. En una falta bien lanzada, no es extraño que un portero se convierta en mimo y se limite a hacer la estatua: «Lanzamiento imparable para el portero del Espanyol, que hizo la estatua». Otras veces, simplemente, la actuación del guardameta es desafortunada y, disfrazado ahora de intérprete musical, se pone a cantar como si estuviera en la ópera. Si al final logra una atajada de mérito y los suyos recortan diferencias, al menos quedará el consuelo, pese a no lograr puntuar, de haber maquillado el resultado.
Aunque eso sí: siempre será mejor arrancar un empate, en cuyo caso, un locutor con experiencia hablará de que se han firmado tablas en el marcador.
La fraseología teatral es tan extensa que estos párrafos no alcanzan para agotarla. Una segunda crónica, por tanto, completará esta inicial. Pero ya se lo adelanto: para quienes en la última jornada estén al borde del descenso, seguro que el final será dramático.
Ver también
➤ El fútbol, puro teatro (II)(Crónica)