Vivo como ningún otro, el lenguaje del fútbol apoya a menudo su creatividad en el recurso lingüístico de añadir a una palabra prefijos y sufijos. De entre estos últimos, cabe mencionar la productividad de -ismo, presente en términos como cholismo, cerocerismo o resultadismo.
Esta semana más que nunca, cuando todavía colea y rasca por injusta la ausencia de Simeone entre los candidatos a mejor entrenador del año, es momento de reivindicar el denominado cholismo. ¿Qué significa este sustantivo? Aunque solo sea a modo de aproximación, el cholismo podría definirse como la ‘manera de concebir el Cholo su fútbol’ o el ‘modo de imprimir el Cholo carácter ganador a sus jugadores’.
Podría entenderse, pues, que el sufijo -ismo aporta aquí un matiz cercano a ‘doctrina o filosofía’, algo así como un protestantismo deportivo, no tanto por lo religioso, claro está, como por la disconformidad con el poder establecido y por atreverse a cuestionar el dominio omnipotente del Barcelona y el Real Madrid en estos últimos años.
Por otra parte, también podría interpretarse el cholismo como el ‘conjunto de seguidores del Cholo’, de acuerdo con el paradigma apreciable en mourinhismo o, sin personalizar tanto, en celtismo, barcelonismo o sevillismo, entre muchos otros sustantivos con que se alude a los aficionados de estos equipos, a sus hinchadas respectivas.
Sea como sea, lo cierto es que esta racha victoriosa colchonera (ayer volvió a ganar contra el Athletic) sobreviene sin que Simeone haya impuesto a sus jugadores un esquema ultradefensivo o poco vistoso. Muy al contrario, en lo que va de temporada los rojiblancos han logrado espléndidas goleadas, convencidos de que el camino al triunfo no puede pasar jamás —perogrullada incluida— por la racanería del cerocerismo.
En este sentido, si los goles dan vida a los partidos y son la médula de este deporte, el cerocerismo, el ‘predominio de marcadores que indican cero a cero’, supone una especie de cáncer óseo futbolístico, tal y como se desprende de otros sustantivos como alcoholismo o tabaquismo, en los que el sufijo -ismo expresa enfermedad.
Sin llegar a ese extremo, no faltan los entrenadores que oponen al fútbol vistoso un pragmático resultadismo. Por analogía con victimismo o derrotismo, el sufijo -ismo designa una actitud: ¿el fin justifica los medios?, ¿hasta qué punto es lícito torturar a los espectadores con un estilo soporífero con el único objetivo de alcanzar la victoria?, ¿no se desvirtúa la esencia del fútbol como juego si, obsesionado un equipo con el resultado, se desentiende de disfrutar el partido en sí?
El sufijo -ismo, en definitiva, puede añadir numerosos matices a la palabra a la que se incorpora, desde la idea de doctrina hasta la de conjunto de seguidores, desde sugerir enfermedades hasta reflejar actitudes. Afortunadamente, el lenguaje futbolístico explora todas estas posibilidades y nos ofrece sobradas creaciones para que el espectador aprenda o tome conciencia de ellas.