ausente no es sinónimo de carente

Foto: © Agencia EFE / Stephanie Lecocq

El adjetivo carente es el adecuado para introducir aquello de lo que está desprovisto algo, no ausente, que alude a lo que no está presente.

Sin embargo, en la prensa se ven frases como las siguientes: «Es consecuencia de un liderazgo ausente de escrúpulos», «Apuntan a una sociedad ausente de emoción y conexión con sus semejantes» o «La película traza un relato disgregado y ausente de reflexión».

La voz carente se emplea para hablar de personas o cosas que están faltos de algo y, como indica el diccionario académico, lo que no se tiene queda introducido por la preposición de (una persona o cosa carente de algo): «Así se encuentra ya la playa carente de servicios». Por su parte, ausente señala qué no está presente (algo ausente): «El liderazgo ausente es de los que pueden dañar más».

Así pues, cuando se quiere hablar de que una entidad no cuenta con algo, lo indicado es usar carente de, que introduce lo que le falta a tal entidad.

Por lo tanto, en los ejemplos del principio habría sido preferible escribir «Es consecuencia de un liderazgo carente de escrúpulos», «Apuntan a una sociedad carente de emoción y conexión con sus semejantes» y «La película traza un relato disgregado y carente de reflexión».

Se recuerda que otra opción posible, según el contexto exacto y con mayores o menores cambios de significado, es invertir el orden de los dos elementos y utilizar ausente; es decir, en lugar de «Apuntan a una sociedad carente de emoción» (una cosa está carente de algo, no lo posee), «Apuntan a la emoción ausente de la sociedad» (algo está ausente de una cosa, no está presente en ella).

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