La expresión tregua definitiva es contradictoria e inapropiada, pues cada uno de los términos que la componen tiene significados distintos y contrapuestos entre sí.
La tregua tiene carácter temporal, con un principio y un final, y no puede ser, por tanto, definitiva, pues en tal caso se convertiría en acuerdo de paz o en rendición de una de las partes en lucha.
El Diccionario de la Real Academia Española indica que tregua —del germánico triggwa, o tratado— es una ‘suspensión de armas, cesación de hostilidades, por determinado tiempo, entre los enemigos que tienen rota o pendiente una guerra’, o también ‘intermisión, descanso’.
Por su parte, el Diccionario de uso del español de América y España (Vox) explica que tregua es siempre la ‘detención o suspensión temporal de una lucha o una guerra’, o también la ‘interrupción o descanso temporal de una actividad, un trabajo u otra cosa penosa’
Así, son correctas, por ejemplo, frases como «los ejércitos de ambos países anunciaron una tregua de quince días para facilitar las negociaciones de paz» o «los dos ejércitos acordaron darse una tregua», pero es incorrecta, por ejemplo, la frase «los ejércitos de ambos países acordaron una tregua definitiva».