La Copa Confederaciones fue para Brasil. Empujado por un público que llenó el estadio y no paró de animar, el equipo de Scolari sometió a la selección española a una presión asfixiante que provocó continuas imprecisiones y pérdidas de balón entre los jugadores de la Roja.
Se trata de una victoria muy deseada por los anfitriones, probablemente picados en su orgullo después de que la selección española le haya arrebatado el trono del juego bonito durante el último lustro. Para doblegar a España por tres a cero, sin dar opciones a los actuales campeones del mundo, ha sido necesario reunir a los mejores futbolistas de todo Brasil, es decir, a los mejores futbolistas brasileños, mejor que cariocas, que alude específicamente a los nacidos en Río de Janeiro.
En efecto, el Diccionario panhispánico de dudas considera impropio este uso y la Ortografía de la lengua española solo recoge como gentilicios brasileño y brasilero.
Sin embargo, es habitual que los medios se refieran a todos los brasileños como cariocas: «Las contras de Neymar —afirma una crónica— acabaron por desquiciar a una España que por lo menos tendrá que conformarse con saber que podrá seguir disfrutando del jugador carioca en la Liga BBVA los próximos años».
Aunque diccionarios de uso como el Vox o el de María Moliner admiten esta acepción de carioca y en tal medida no se desaconseja por completo como recurso para no repetir brasileño, no deja de resultar reseñable que Neymar y Fred, por hablar de los goleadores de la final, nacieron en São Paulo y Minas Gerais respectivamente.
Es la suma de talentos futbolísticos de todo el país la que ha llevado a Brasil a lo más alto en esta competición. Y será la suma de todos los integrantes de la selección española la que le permitirá luchar por el Mundial de Brasil en este mismo estadio el próximo verano.