Procrastinar, y no procastinar ni procastrinar, es la forma adecuada de este verbo, que significa ‘diferir o aplazar’.
En los medios de comunicación es frecuente leer y sobre todo escuchar variantes inadecuadas de esta palabra, como en «Procastinar está permitido en tiempos de coronavirus», «Se dice que en estos momentos procastrinar no es una cuestión de holgazanería, sino de gestión y regulación de las emociones» o «Procastinar es algo tan común como difícil de pronunciar».
La complejidad fonética ha dado lugar a diversas formas tanto para el verbo como para el sustantivo procrastinación, que se ve con frecuencia escrito o pronunciado como procastinación o procastrinación.
La forma procrastinar —que aparece ya en diccionarios de español del siglo XVIII—, recogida en el diccionario académico, proviene del latín procrastināre, término que incluye la voz latina cras, ‘mañana’. Al tratarse de una voz asentada en el español, no es preciso destacarla en cursiva ni entre comillas.
Así, en los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir «Procrastinar está permitido en tiempos de coronavirus», «Se dice que en estos momentos procrastinar no es una cuestión de holgazanería, sino de gestión y regulación de las emociones» y «Procrastinar es algo tan común como difícil de pronunciar».
Se puede escuchar también el pódcast en el que tratamos este mismo asunto.