lacrimógeno, no lagrimógeno

Foto: © Archivo Efe/Cristian Hernández

Lacrimógeno, y no lagrimógeno, es la forma adecuada del adjetivo que alude a lo que irrita los ojos y produce lagrimeo.

En los medios es común encontrar frases como «Gas lagrimógeno, golpes y hasta el presidente del Galo aventando botellas de agua a los xeneizes», «Los manifestantes arrojaron bombas lagrimógenas a las fuerzas de seguridad» o «Es la típica película lagrimógena».

El diccionario académico explica que lacrimógeno (‘dicho especialmente de ciertos gases: que irritan los ojos produciendo lagrimeo’ y, en sentido despectivo, ‘que mueve a llanto’) proviene del latín lacrĭma.

Esta c latina original evolucionó en español a una g. Así surgieron palabras, en este caso, como lágrima, lagrimear o lagrimoso. Sin embargo, también era habitual que se mantuviera en paralelo la c etimológica y formara derivados cultos, como ocurre con lacrimógeno (de lacrĭma, ‘lágrima’), lacustre (de lacum, ‘lago’), dominical (de dominĭcus, ‘domingo’) o clerical (de clerĭcus, ‘clérigo’).

Así, en los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir «Gas lacrimógeno, golpes y hasta el presidente del Galo aventando botellas de agua a los xeneizes», «Los manifestantes arrojaron bombas lacrimógenas a las fuerzas de seguridad» y «Es la típica película lacrimógena».

 

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