Kroos hace bascular el juego del Real Madrid  (CRÓNICA)

Foto: ©Agencia Efe/Ángel Díaz

El Real Madrid va a terminar el año como líder indiscutible de la Liga BBVA. Su victoria del viernes contra el Almería y el pinchazo posterior del Barcelona en el campo del Getafe le aseguran ese honor simbólico, de valor meramente anímico, pero no por ello desdeñable.

Tras un comienzo de temporada con dudas y, como punto de inflexión, la derrota en la tercera jornada contra el Atlético de Madrid, la trayectoria del equipo de Ancelotti en la Liga BBVA está siendo apabullante: no es que Carletto vaya a comerse el turrón en el banquillo blanco, sino que el saco de goles a favor con el que Cristiano y compañía terminan la mayoría de los partidos podría reventar la báscula de los Reyes Magos.

No sigan buscándolos a lomos de un camello: este año la magia está en las botas de Isco, en la precisión de Kroos o en las galopadas de Bale. En el milagro semanal de un Ronaldo que acumula en una sola vuelta más goles que pichichis legendarios como Quini, Kempes, Hugo Sánchez o Raúl.

Ya sea a base de contragolpes fulgurantes o haciendo bascular el juego de una banda a otra, los futbolistas merengues han insertado un GPS en el esférico, un destino sin vías muertas ni extravíos, de suerte que no hay balón que no acabe en las mallas ni jornada en el Bernabéu sin gritos de gol templando las gargantas.

Larga es la competición, no obstante, y tesoneros sus perseguidores. Quien ahora lance campanas al vuelo acaso recoja en junio platos rotos. ¿Cómo olvidar los dos campeonatos hechos añicos en el Heliodoro Rodríguez? El éxito anticipado es un verso tartamudo, un fusil de frágil recámara, quebradiza como el lenguaje hablado con atropello o una crónica escrita a la carrera y con precipitación publicada, despeñada.

Así caen frases —⁠y su modo de caer es en desgracia⁠— como «Había que bascular el balón de un lado a otro como si se tratara de un partido de balonmano» o «El Atleti no dejaba al Barcelona bascular el juego para buscar balones cruzados».

Es una cuestión de régimen, concepto relacionado tanto con la báscula, aparato para pesar tipos y cantidades de alimentos que debe observar una persona, como con el verbo bascular, al que, por ser intransitivo, se le indigestan los complementos directos.

Si uno se permite el tiempo necesario para revisar, averiguará que el juego bascula o un futbolista hace bascular el juego, pero ningún futbolista bascula el juego, del mismo modo que el balón circula o un futbolista hace circular el balón, pero ninguno lo circula.

Por tanto, en los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir «Había que hacer bascular el balón de un lado a otro como si se tratara de un partido de balonmano» y «El Atleti no dejaba que el Barcelona basculara para buscar balones cruzados».

Por supuesto, cualquier lector con sensibilidad visual agradecerá que se eviten faltas como «El encargado de poner el fútbol en la medular es Sneijder, que suele vascular el juego hacia el flanco derecho». Confundir vascular con bascular entraña graves riesgos de desprendimiento de retina e incluso infarto de miocardio, que forzosamente será fatal si, como también puede leerse en ocasiones, uno es sometido a «reanimación cardiobascular», en lugar de cardiovascular.

Vigilemos el colesterol ortográfico, más si cabe en estas fechas de tanto banqueteo y tanta francachela navideña, aunque el Real Madrid siga regalándose atracones goleadores. Ya está en Marruecos, deseoso de merendarse el Mundialito. Si regresa a España con el título, su estado de gracia continuará en ascenso; si un tropiezo le hace morder el polvo de la decepción, algunos recordaremos canciones infantiles sobre la luna, aquel globo que se me escapó.

 

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