Hacer agua  (CRÓNICA)

Foto: © Agencia Efe/Javier Lizón

¿Medio lleno o medio vacío? Quienes disfruten de un carácter optimista responderán sin vacilar que las goleadas de esta jornada se debieron al mérito o acierto rematador de los atacantes; por el contrario, aquellos que tiendan a juzgar fijándose en el lado menos favorable de las cosas replicarán que, más bien, fueron las defensas las que no estuvieron finas.

Cuestión distinta es llegar al extremo, para expresar que la zaga fue un coladero, de escribir que el equipo hizo aguas, en plural: «El Celta hizo aguas en defensa», reza un titular, y ello recibiendo nada más dos goles, no cuatro o cinco, como el Málaga, el Granada, el Levante o el Mallorca. Tampoco hay que cebarse, ¿no? Por muy amedrantadora que resulte la presencia de un delantero, los jugadores profesionales son hombres recios, curtidos en mil batallas y de sobra combativos, conque estoy por asegurar que ninguno de ellos se orinó ni mancilló los pantalones de modo ninguno.

Pues tal es el significado tradicional de hacer aguas. Para expresar, en cambio, que la zaga falló cual escopeta de feria, se emplea hacer agua, en singular, como recogen los diccionarios de uso principales. Respecto al Diccionario panhispánico de dudas, aunque llega a admitir hacer aguas con el significado de ‘mostrar debilidad o comenzar a fracasar’, lo que recomienda es mantener la distinción habitual.

Así se haga. De lo contrario, si trocamos singulares por plurales con alegría, corremos el riesgo de que algún lector o radioescuchante, al toparse con las aguas, dé en imaginar escenas indecorosas, más propias de urinarios que de estadios futbolísticos.

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