Gerifalte, con g inicial, que alude, a menudo de forma irónica, a una ‘persona descollante en cualquier actividad’ o a un ‘jefe o [una] autoridad’, es la forma adecuada, no jerifalte, con jota.
Sin embargo, en los medios es frecuente encontrar frases como «La carcelera nazi que horrorizó a los propios jerifaltes del III Reich», «Un templo mancillado por las botas militares y los jerifaltes del régimen» o «Propuso embargar los bienes, los activos financieros y los pisos que se han comprado en Madrid los jerifaltes del régimen».
El Diccionario de la lengua española recoge la forma con g y explica que llegó al español a través del francés antiguo o del occitano, que a su vez la tomaron del nórdico geirfalki, en el que designaba a un halcón (falki) de gran tamaño con listas en forma de flecha (geiri) en su plumaje. Aún hoy, además de las acepciones de ‘persona destacada en algo’ o ‘jefe’ —que son las más usuales—, el Diccionario da como primer significado de gerifalte ‘halcón de gran tamaño, que vive ordinariamente en el norte de Europa’.
Así pues, en los ejemplos anteriores lo adecuado habría sido escribir «La carcelera nazi que horrorizó a los propios gerifaltes del III Reich», «Un templo mancillado por las botas militares y los gerifaltes del régimen» y «Propuso embargar los bienes, los activos financieros y los pisos que se han comprado en Madrid los gerifaltes del régimen».