El término gatopardismo, con el que se alude al principio expuesto a menudo como ‘cambiar todo para que nada cambie’, no necesita destacado ni mayúsculas.
En los medios de comunicación este término puede verse escrito de diversos modos: «El Gatopardismo que rige la tramitación de la nueva ley de partidos políticos», «Se está produciendo cierto síndrome de “Gatopardismo”» o «Es el ‘gatopardismo’ aplicado a la lucha por la igualdad».
Este vocablo se ha acuñado a partir de la novela El gatopardo, de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, en la que uno de los personajes afirma: «Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie». Con ello expresaba la idea de que la aristocracia tenía que aceptar cambios políticos que pueden ser inevitables con el fin de preservar su poder.
Dado que es una voz bien formada en español y que ya goza de amplio uso, no necesita cursiva ni comillas, como tampoco las necesita lampedusismo, que se usa con el mismo sentido y que se ha formado a partir del nombre del autor de la obra. Son voces comunes que designan una actitud y, por tanto, van en minúscula.
Por ello, los ejemplos anteriores se podrían haber escrito mejor «El gatopardismo que rige la tramitación de la nueva ley de partidos políticos», «Se está produciendo cierto síndrome de gatopardismo» y «Es el gatopardismo aplicado a la lucha por la igualdad».
Se recuerda finalmente que el título original de la novela es Il gattopardo, con doble te, que significa literalmente El leopardo jaspeado, aunque en la traducción se optara, de modo intencionado, por la adaptación de la voz italiana.