El término expatriado es válido para referirse específicamente a las personas que salen de su país para trabajar en otro.
En los medios de comunicación se está extendiendo el uso de esta palabra y otras de la misma familia, como se comprueba en los siguientes ejemplos: «Los talentos expatriados se resisten a volver incluso con garantías de trabajo» o «La crisis económica ha favorecido el fenómeno de la expatriación».
Aunque por su sentido básico, recogido en el diccionario académico, expatriado es simplemente el ‘que vive fuera de su patria’, en el uso se ha extendido la aplicación de este vocablo más en particular a los exiliados y al personal cualificado que una empresa o institución traslada temporalmente a otro país para, por ejemplo, desarrollar una nueva actividad u ofrecer asistencia técnica. Es, por tanto, el punto de vista opuesto al del impatriado, que es la persona traída a un país para trabajar.
Por otra parte, tanto emigrante como inmigrante aluden más ampliamente a todos los que se desplazan a otro país o región con propósito de establecerse o radicarse en él. El empleo ocasional de expatriado como mero sinónimo de inmigrante o emigrante, sin los matices arriba señalados, puede ser un intento de evitar las connotaciones negativas que estas últimas voces tienen entre algunas personas, aunque no sean de por sí palabras discriminatorias.
Se desaconseja el acortamiento expat, tomado directamente del inglés, pero que no se ajusta a las pautas de acortamiento propias del español.