El Mundial de Brasil ha introducido tres novedades: la tecnología que permite precisar si el balón ha cruzado por completo la línea de gol, los aerosoles de espuma evanescente para marcar la distancia de las barreras en las faltas y, con el fin de evitar que los jugadores se deshidraten, los tiempos muertos para refrescarse.
De las tres, la primera medida es con certeza la de mayor consecuencia. Gracias a ella, por fin es posible determinar si un gol debe subir al marcador o si en realidad no llegó a existir y el casillero ha de permanecer inalterado. Adiós, pues, a esta clase de injusticias. En adelante ya no habrá escándalos en partidos mundialistas por culpa de un polémico gol fantasma.
Y aquí empiezan las dudas lingüísticas: ¿gol fantasma necesita comillas o no?, ¿el plural es goles fantasma o goles fantasmas? Como el lector imaginará, de todo hay en la viña del Señor: «Tecnología contra el “gol fantasma”», «El final de los “goles fantasma”» o «La FIFA presenta sistema para evitar “goles fantasmas”».
Respecto a las comillas, se trata de una locución sobradamente conocida, ya incluida en el Libro de estilo, de Marca, o en el Diccionario de términos deportivos, de Espasa, por lo que parecen claramente innecesarias. ¿Acaso se aplica resalte a los también asentados gol psicológico y gol olímpico? No es lo habitual, desde luego. Y está bien, por sencillez, que así sea.
Más dudoso resulta quizá el gol tecnológico: aunque tampoco requiere comillas, estas pueden encontrar de momento mayor justificación. Se trata de un uso naciente y en pañales, y al fin y al cabo es función de las comillas marcar tales empleos novedosos. Si la locución hace fortuna y su empleo se consolida, lo indicado será entonces que pase a escribirse tan monda y lironda como las anteriores, sin precisión de destacados superfluos.
En cuanto al plural, el de gol tecnológico es sencillo y regular, goles tecnológicos, conforme a la pauta habitual de hacer concordar adjetivos y sustantivos.
Lo tecnológico, por cierto, está relacionado con la aplicación al fútbol del llamado ojo de halcón, todo en minúsculas y sin cursivas ni comillas. Con todo, no es extraño encontrar frases como «La tecnología del “ojo de halcón” superó su primera prueba en la Copa del Mundo» o «La tecnología del “Ojo de Halcón” determinó que la pelota entró en su totalidad en el segundo gol que la selección de Honduras recibió ante Francia», donde lo apropiado habría sido en ambos casos «La tecnología del ojo de halcón…».
Ahora, volviendo a la cuestión del plural, gol fantasma es una secuencia de dos sustantivos en aposición. ¿Y qué dice la Nueva gramática de la lengua española sobre el plural de estas unidades léxicas? Pues que en muchos casos el segundo elemento permanece invariable, como en carriles bici o ciudades dormitorio; pero, según se desprende de lo apuntado para buque fantasma, en este caso concreto tan posible es que el segundo elemento permanezca invariable, goles fantasma, como que pluralice en goles fantasmas.
El Diccionario panhispánico de dudas, por su parte, precisa que esta última variante es más normal en formas similares, como empresas fantasmas o pueblos fantasmas.
Una última consideración acerca del significado de gol fantasma: a tenor del Libro de estilo, de Marca, y del Diccionaro de términos deportivos, de Espasa, tal es el nombre que reciben las jugadas en las que el balón traspasa por completo la línea de la portería, pero el árbitro, sin verlo claro, opta por no conceder el gol.
Sin embargo, si uno se guía por la definición que el diccionario académico recoge del fantasma adjetivo (‘aquello que es inexistente o falso’), ilustrada con los ejemplos una venta fantasma y un éxito fantasma, ¿no podría aludir al balón que no entra y, por error, el árbitro sanciona como gol?, ¿a un falso gol concedido antes que a un gol reglamentario no pitado? ¿O acaso no se cuenta entre los goles fantasmas más famosos el que se adjudicó al inglés Geoff Hurts contra Alemania, aunque no llegó a cruzar la línea por completo, en la final del Mundial de 1966?
Como se ve, esto de los fantasmas da mucho juego, a diferencia de lo que ha ocurrido con la selección española, a la que en este Mundial se le ha cortocircuitado el bendito tiquitaca hasta convertirse también ella en fantasma y sombra de sí misma.
Lo elegante es mostrarle gratitud por todo lo conseguido y por favorecer ahora el proceso de renovación, inaplazable dados los estrepitosos marcadores en este torneo. Queda aún un partido por disputar, la oportunidad de mejorar la imagen. De momento, quizá acordándose del título de una novela de Philip Roth, alguien podría afirmar que esta noche, frente a Australia, sale el espectro.