Visto el modélico comportamiento de los jugadores al formar la barrera en las faltas, a partir del Mundial de Brasil no solo se hablará del agua milagrosa de los masajistas, sino del espray sobrenatural, pasmoso, que deja a los defensores clavados en la línea de espuma evanescente que dibuja el árbitro.
Así como la humanidad necesitó demasiados siglos para juntar la rueda a la maleta, ingenio que jamás será suficientemente agradecido por nuestras lumbares, el fútbol ha precisado más de cien años para introducir un aerosol que mantiene a raya a los defensas y acaba con el jueguecito de un, dos, tres, al escondite inglés, todos dando pasos hacia delante en cuanto el colegiado se daba media vuelta.
Lo cierto es que la novedad mantiene a los futbolistas dóciles, obedientes, todos respetuosos con la recta sagrada, cuales saltadores de longitud que temieran ser descalificados. Y surtiendo tamaño efecto, claro, el espray de marras aparece por doquier: «El spray está sirviendo para que todos los jugadores respeten escrupulosamente la línea trazada por el colegiado» o «La Liga BBVA usará el spray para las barreras».
En estos ejemplos, de acuerdo con el Diccionario panhispánico de dudas, lo apropiado habría sido anteponer una e, esto es, espray, mejor que spray. Y así españolizada aparece ya, de hecho, en el avance de la vigesimotercera edición del diccionario académico.
Tan de moda está la palabra que su plural se forma por analogía con el de jersey, de modo que se escribirá espráis, en vez de esprays o sprays («El Mundial de Brasil introduce sensores en las porterías y sprays para las faltas»), igual que se escribe jerséis: «Joachim Löw destacó por sus jerséis azules de pico ajustados».
El Diccionario panhispánico de dudas, por cierto, señala que espray puede alternar con aerosol: «Pablo Silva tuvo la idea de crear el aerosol tras haber disputado un partido amistoso en el que fue expulsado por haberse quejado de que la barrera se había adelantado».
Si, pese a todo, se optara por la grafía inglesa, lo apropiado sería destacarla con cursiva o entre comillas: spray, plural sprays.
Se dice que el modo de formular una pregunta o propuesta determina el resultado: así, el coronel que, ante una misión éticamente dudosa, invita a dar un paso adelante a aquellos soldados que prefieran no intervenir atacará con el pelotón entero. ¿Quién se animaría a moverse? Mientras que, si ese mismo coronel, pidiera que los voluntarios para atacar levantasen la mano, la tendencia a la inacción jugaría en favor de las bajas y el resultado final sería un destacamento menos nutrido.
En definitiva (y probablemente más para mal que para bien), estarse quieto y no significarse es la tendencia natural cuando las reglas están claras. Y allí donde hasta ahora no existía más que un vago gesto del árbitro apuntando hacia una línea imaginaria, ha aparecido un espray que da visibilidad al límite de distancia establecido. De ahí el éxito.