El regreso de Iker Casillas a los entrenamientos revitaliza una muletilla que tiene más de cornada que de soporte idiomático: bajo palos. «Casillas ya se entrena a tope bajo palos», se nos informa. Ni siquiera bajo los palos, con el artículo que le correspondería si el giro en sí fuera preciso. No, simplemente bajo palos.
Y no se trata de un invento nuevo en modo alguno, pues locutores, cronistas y redactores en legión destacan con el mismo latiguillo innúmeros lances del juego: «El defensor saca el esférico bajo palos», «El acierto bajo palos de Iraizoz», «Un córner que despejó bajo palos André Castro», «No va a ser fácil encontrar a un portero que iguale a Valdés bajo palos»…
Sin duda, todas estas oraciones pueden escribirse con un estilo más sobrio, esto es, sin visión doble, pues de los tres palos que conforman la portería solo uno se sitúa por encima de los futbolistas o, lo que es lo mismo, únicamente se está bajo un palo: el larguero, en singular.
Así pues, salvo que se pretenda propinarle un palo al español, lo apropiado habría sido escribir los ejemplos anteriores de la siguiente manera: «El defensor saca el esférico sobre la línea de gol», «El acierto de Iraizoz entre los tres palos», «Un córner que despejó bajo el larguero André Castro» o «No va a ser fácil encontrar a un guardameta que iguale a Valdés en la portería».
En el país de los inventos con palo —la fregona, el chupachús—, ¿no convendría utilizar esta palabra con especial cuidado?