En el ámbito de la Unión Europea, los aditivos alimentarios (colorantes, conservantes, antioxidantes…) autorizados en los productos destinados al consumo reciben un código conocido como número E, formado por esta letra y tres o cuatro cifras que identifican el aditivo: por ejemplo, el número E correspondiente al colorante denominado curcumina es E 100.
Estas cifras se asignan de acuerdo con lo que establece el INS (International Numbering System; Sistema de Numeración Internacional) y el Codex Alimentarius de la FAO y la OMS, que recoge una serie de normas, generales y específicas, relativas a la seguridad alimentaria.
Al mencionar estos códigos, los medios de comunicación emplean grafías distintas: «La sospecha de que el ciclamato de sodio, E-952, pueda tener potencialidades cancerígenas ha hecho que se desaconseje su consumo a niños y mujeres embarazadas»; «En la UE, la riboflavina se considera un aditivo alimentario, identificado con el código E101»; «La bentotina (E 558) se utiliza en la industria del vino como clarificante proteico».
La grafía apropiada de estos números es la del último ejemplo: con la letra E separada de las cifras con un espacio (E 588), no unido a ellas (E101) ni con guion intermedio (E-952); esa es la grafía que se recoge en las directivas europeas correspondientes.