Que el Real Madrid pierda un partido tras una vuelta entera sin conocer la derrota entra dentro de lo comprensible; que, después del doloroso revés contra el Barcelona, tropezara de nuevo contra el Sevilla fue en cambio toda una campanada.
Tanto que ni siquiera sirve de bálsamo la goleada del sábado contra el Rayo Vallecano. Es inevitable: pese a los cinco tantos de Ronaldo y compañía, la hinchada madridista mira la tabla clasificatoria y se ve desplazada al tercer puesto, desubicada, aturdida, de buenas a primeras dependiendo de que el Atlético y el Barcelona pinchen para optar al título liguero de esta temporada.
Como se aprecia en los dos primeros párrafos, el sufijo -ada es de lo más productivo en español. Entre sus múltiples significados, cabe mencionar el matiz de ‘golpe’: así, cuando se agrede con un cuchillo, se asesta una cuchillada, e igualmente, si Patxi Puñal marca un gol, fácil será que alguien hable de una puñalada del capitán del Osasuna.
Según se intuye a partir del último ejemplo, los sustantivos formados con el sufijo -ada se prestan a menudo a creaciones estilísticas, cuyo significado puede perder parcial o totalmente la relación con la base: así como no hace falta que corra sangre para meter puñaladas, se habla de campanada no porque se agiten badajos, sino por el ruido y revuelo provocados por la derrota del Real Madrid en el Sánchez-Pizjuán.
Por ilustrar este paradigma con un nuevo ejemplo, cuando se afirma que un defensa da una tarascada, este sustantivo se forma a partir de tarasca. Aunque no se tenga conciencia lingüística de este proceso de derivación, el sustantivo tarasca no es sino una ‘boca grande de animal’, según indica la Nueva gramática de la lengua española. Por su parte, para el diccionario Clave, tarascada equivale a ‘golpe fuerte, mordisco o arañazo rápidos’ o, con más libertad y a menudo enseñando los tacos de las botas, directamente a patada (‘golpe dado con la pata o con el pie’).
Por otra parte, el sufijo -ada también indica ‘conjunto’, motivo por el que la suma de hinchas de un equipo son su hinchada y los cinco goles que encajó el Rayo Vallecano constituyen goleada. No se trata, por cierto, de la victoria más escandalosa, pues el Barcelona consiguió recientemente un siete a cero, probablemente el resultado más amplio de la temporada, donde el sufijo -ada expresa ahora sentido temporal, como en velada o madrugada.
Y así, como a los enamorados de Joaquín Sabina, podrían darnos las diez y las once, las doce y la una y las dos y las tres presentando palabras que incluyen el sufijo -ada y alimentando de paso el controvertido debate sobre quién debe ocupar la portería del Real Madrid: aunque sentar a Casillas fue en principio una mourinhada, tampoco Diego López se caracteriza por cantar, esto es, no hace cantadas.