Goles en propia puerta ¿adrede?  (CRÓNICA)

Foto: ©Archivo Efe/Manuel Bruque.

Quien más quien menos, todos sabemos que prefijo es lo que ‘figura o se coloca delante’ de un número o una palabra, ya sea el 34 para llamar a España desde el extranjero, ya sea el elemento compositivo auto-, que se añade a sustantivos o verbos con un significado reflexivo cercano a ‘propio’, ‘de uno mismo’ o ‘hecho por uno mismo’.

Así, por ejemplo, si un pase es la ‘entrega de la pelota a un compañero de equipo’, un autopase es el ‘pase que da y recibe un mismo jugador obviando al contrario que lo obstaculiza’. Del mismo modo, si un árbitro comete un error, probablemente recibirá más de una crítica; mientras que el entrenador que reconoce la mala disposición de sus jugadores sobre el terreno hará autocrítica.

Conforme a este criterio, es habitual que periodistas y aficionados empleen el sustantivo autogol para referirse al gol en propia puerta o propia meta: «El defensa almeriense Sebastián Dubarbier ha marcado un autogol, ha cometido un penalti y ha sido expulsado» o «En una contra, con el Valladolid tratando de llegar al área ilicitana, Fidel llegó hasta la línea de fondo y su centro casi provoca un autogol de Rueda».

Sin embargo, resulta curioso reparar en que el prefijo auto- suele encerrar un matiz de voluntariedad que, de acuerdo con el diccionario académico, permite distinguir entre lesionarse y autolesionarse. Del mismo modo, tanto el futbolista que intenta un autopase como el entrenador que practica la autocrítica lo hacen motu proprio; mientras que el futbolista que se pusiera por objetivo ser pichichi en propia puerta seguro que terminaba viendo los partidos desde la grada y pagando la entrada al estadio.

Esta idea de acción voluntaria se aprecia asimismo con claridad —⁠incursionando en el baloncesto por una vez⁠— en el sustantivo análogo autocanasta. Cuando en 1962, a instancias de su entrenador, el jugador del Real Madrid Lorenzo Alocén encestó en su propia canasta deliberadamente para perder solo por dos puntos la ida de los cuartos de final contra el Ignis Varese, la FIBA se vio movida a enmendar su reglamento para que esta clase de jugadas no se repitieran: «La autocanasta anotada en los últimos instantes de un partido que evite un empate como resultado final —se decidió— comportará la inmediata descalificación del equipo al que pertenezca el jugador autor de la autocanasta».

No obstante, el Diccionario del estudiante de la Academia recoge autogol como aquel ‘gol que marca involuntariamente un jugador en su propia portería’. Esto es: valida plenamente el sentido con que se usa esta palabra, pese a no coincidir con el significado que, como se ha visto, tiende a aportar el prefijo auto-.

Valga recordar, sea como sea, que en los ejemplos anteriores también podría haberse escrito «El defensa almeriense Sebastián Dubarbier ha marcado un gol en propia puerta, ha cometido un penalti y ha sido expulsado» o «En una contra, con el Valladolid tratando de llegar al área ilicitana, Fidel llegó hasta la línea de fondo y su centro casi provoca un gol en propia meta de Rueda».

De la misma manera que se ha dicho que prefijo es lo que se coloca delante, así también la deportividad merece ser la actitud antepuesta o preferida de cuantos disputan la Liga BBVA. Ello excluye marcar goles para perder a propósito en partidos amañados y supone, en cambio, consolar al compañero que despeja sin fortuna un balón que termina en las redes de su propio equipo.

 

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