La forma consanguinidad, con i antes de la terminación -dad, es preferible a consanguineidad, con ei, para aludir al parentesco por un antepasado común.
No obstante, la segunda variante se ve a veces en la prensa: «El trabajador tenía dos días por accidente o enfermedad graves para parientes hasta el segundo grado de consanguineidad o afinidad», «Científicos apuntan a la consanguineidad como la causa del peligro de extinción de los urogallos» o «Las hienas abandonan el hogar para evitar la consanguineidad».
Aunque consanguineidad es un sustantivo adecuadamente formado a partir de consanguíneo en referencia a individuos que son parientes debido a un antepasado común próximo, la voz consanguinidad es la tradicional y mayoritaria, por lo que se recomienda el uso de esta, tal como aclara el Diccionario panhispánico de dudas.
No son apropiadas, en cambio, cosanguinidad ni cosanguineidad, sin n después de la o.
Por ello, en los ejemplos lo más conveniente habría sido escribir «El trabajador tenía dos días por accidente o enfermedad graves para parientes hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad», «Científicos apuntan a la consanguinidad como la causa del peligro de extinción de los urogallos» y «Las hienas abandonan el hogar para evitar la consanguinidad».

