Mencionó que no hay un corpus aceptado y común a los diferentes países de habla española, lo cual sí ocurre en el idioma inglés, aunque con pequeñas variantes, lo que significa que los países industrializados no sólo desarrollan la ciencia sino los conceptos científicos.
Se debe buscar la manera de conocer la terminología usada en diferentes países, establecer cuál es la más extendida, apropiada, hacer encuestas y estudios para que con el tiempo surja una terminología común en español, que sirva de base para establecer un corpus técnico-científico en nuestro idioma, sostuvo.
Indicó que esa tarea es de largo alcance pero esencial para los países de habla castellana porque no es una labor de un año ni de una investigación doctoral, sino requerirá de trabajo intenso y sistemático durante años.
«La organización de un esfuerzo iberoamericano para abordar de manera coordinada ese problema representaría una contribución verdaderamente importante al desarrollo de nuestra lengua y cultura», precisó.
Recordó que hasta ahora se ha empleado un lenguaje influido por el inglés poco depurado, poco limpio, donde se improvisan o se adaptan términos cuando existen palabras en español que bien podrían ser útiles.
«Es importante enseñar a un joven a hablar bien su lengua y no ayudar a empobrecerla al inventar términos espurios o extranjerismos innecesarios», dijo.
El científico reconoció que la adaptación de términos foráneos ha sido históricamente una forma de construcción de las nuevas palabras, que se crean conforme se da la necesidad de ellas.