En alguna otra columna ya me he ocupado de asuntos venideros relativos al español, pero el arranque del nuevo año parece un momento oportuno para reflexionar sobre lo que nos aguarda; esto es, para regresar al futuro. Y es que, en los próximos meses, la proyección internacional del español puede verse reforzada merced a la celebración de varios encuentros que reunirán a especialistas y profesionales de la lengua; es decir, a gente prestigiosa que necesita la lengua para desarrollar su profesión y a representantes de sectores especialmente interesados en que la salud de la lengua española se mantenga tan robusta como sea posible.

El primero de esos encuentros tendrá el estimulante título de «El español en los medios de comunicación de los Estados Unidos» y se celebrará en uno de los rincones desde los que la lengua castellana inició su historia milenaria: el monasterio de San Millán de la Cogolla, en la Rioja de España. Allí habrá tiempo y lugar para que periodistas y especialistas procedentes de los EE. UU. analicen lo que está ocurriendo con la lengua española en el día a día de las televisiones y las radios hispanas, así como en la cada vez más arraigada prensa semanal y diaria. Desde todos esos medios debe hacerse una apuesta decidida por la calidad en materia de información y de lengua. De todo ello se hablará en San Millán, al tiempo que se presentará la segunda edición de un instrumento fundamental para el uso del español en los medios de comunicación estadounidenses: el «Manual de Estilo» de la Nacional Association of Hispanic Journalists.

El año 2006 también se dedicará a los preparativos de uno de los mayores acontecimientos en la promoción mediática del español. Me refiero al Congreso Internacional de la Lengua Española, organizado por el Instituto Cervantes, de la mano de la Real Academia Española. Se trata de la cuarta edición del Congreso, que tendrá lugar en la bella ciudad colombiana de Cartagena de Indias. La fecha prevista para el encuentro nos lleva a los primeros meses del 2007 y a buen seguro que permitirá tomarle el pulso a la salud del español, especialmente en lo que se refiere a su manejo y presencia en el mundo de la ciencia y la tecnología, a la vez que servirá de lanzamiento de algunos de los grandes proyectos de planificación lingüística que se están elaborando, tanto desde las universidades como desde las Academias o desde el Cervantes. La situación del español en los EE. UU. está llamada a ocupar, una vez más, un lugar destacado dentro del Congreso.

Por último, este 2006 debería dar paso a la elaboración de un proyecto ambicioso y necesario. Pienso en la organización de un gran congreso del español en los EE. UU., configurado desde y para los EE. UU. Ese Congreso podría celebrarse durante el próximo otoño y centrarse en tres aspectos fundamentales para la vida de la lengua española: su uso en los medios de comunicación social, su implantación social y educativa, en relación con el inglés, y su vitalidad para una creación literaria propiamente estadounidense. Este encuentro sería la llave para que la quinta edición del Congreso Internacional se celebrara en una ciudad de los EE. UU. (¿San Antonio?). De ese modo, todos tendríamos la oportunidad de rendir reconocimiento a una realidad incontestable: que los EE. UU. ya son el segundo país del mundo por número de hispanohablantes.