En la primera parte, en la colección de pequeños artículos en los que se comentan palabras o giros que, en principio, son o eran censurables, se mezclan escritos desde 1993 hasta el 2000; hay algunas recomendaciones, algunas censuras —que no tendrían razón de ser si se escribieran hoy pero que se han mantenido precisamente para que se vea cómo evoluciona nuestro idioma—, cómo cosas que hace unos años considerábamos incorrectas hoy ya son normales y forman parte de la norma culta o semiculta del español contemporáneo.
Esos artículos se publicaron en dos épocas, tan distintas que incluso se diferencian por el soporte en el que vieron la luz: unos se editaron en papel y los otros en una página de la Internet. Los primeros forman parte de una colección de fichas titulada Informe sobre el lenguaje, que, con el patrocinio de Telefónica, elaboró y distribuyó entre los diputados y los senadores la Oficina de Corrección del Español, de Abra, bajo la dirección de Antonio Machín García. Los segundos los redactó el autor por encargo del Instituto Cervantes y se publicaron en la página del Centro Virtual Cervantes dentro de la sección titulada El Rinconete.
La segunda parte del libro es una recopilación de conferencias y ponencias ordenadas cronológicamente, para que también se pueda ver la evolución antes mencionada, así como la relación lógica entre propuestas que se pusieron sobre la mesa hace algunos años y otras que están aún vigentes.
El material aquí recogido es el producto de más de veinticinco años de trabajo en el Departamento de Español Urgente de la Agencia Efe, que pocos meses antes de la publicación de este libro se convirtió en la Fundación del Español Urgente (Fundéu), bajo el patrocinio de la propia Agencia Efe y del banco BBVA.
El libro, escrito con una prosa muy cuidada y grandes dosis de amenidad, incluye una presentación de Víctor García de la Concha, director de la RAE; otra de Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de letras; una tercera de Alicia María Zorrilla, directora de la Fundación Litterae de Buenos Aires y miembro de la Academia Argentina de Letras, y otras dos más, una de Francisco Muñoz, secretario general de la Fundéu, y otra de Beltrán Llauradó, un viejo amigo del autor y viajero impenitente.