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Judith González Ferrán (Fundéu BBVA)

Al mal tiempo, buena redacción: nueve consejos lingüísticos para cuando bajan las temperaturas

Todas las comunidades autónomas de España, salvo las Islas Canarias, están en alerta por bajas temperaturas y rachas de viento; la ola de frío, nos dicen las informaciones meteorológicas, llega a su punto álgido estos días. Y, claro, si lo contamos así, ya nos empiezan a asaltar las dudas.

¿Una ola de frío llega a su punto álgido?

Si, diccionario en mano, álgido equivale precisamente a ‘muy frío’, ¿no es esta una expresión redundante? Lo cierto es que álgido, además de ‘muy frío’, significa también que ‘un momento de un periodo es crítico o culminante, especialmente en algunos procesos físicos, orgánicos, etc.’; vamos, que el punto álgido no queda tan lejos del momento más caliente del proceso. Y es que, en lengua, estas cosas pasan a diario.

Menos bajo cero no es más frío que bajo cero

Cuando las temperaturas bajan tanto, las dudas nos asaltan a todos, y no solo desde nuestro fuero más interno, sino que nos llegan desde los propios medios de comunicación. Un clásico del invierno, como las castañas asadas y la lana que pica, son ya las noticias en las que se afirma que las temperaturas van a llegar a los menos X grados bajo cero, sin advertir que los grados o son negativos o son bajo cero, pero no la mezcla de ambas cosas.

No todo el frío es polar… ¿o sí?

En los días de verdadero frío, hay colocaciones que no fallan; por ejemplo, el frío en España siempre es frío polar, esta expresión nunca falta. Luego, en realidad, el frío vendrá, o no, de los polos (que es lo que verdaderamente significa polar, ‘perteneciente o relativo a los polos’); pero para nosotros todo el frío viene de allí, aunque los meteorólogos afirmen que unas veces la culpa es de los polos, otras de las estepas de Siberia, etc. O sea, que hay olas de frío polar, pero otras son de frío siberiano, como la que azota estos días España.

¡Estoy aterido… ¿de frío?!

Otra de las expresiones más típicas se oye cuando alguien llega al café o entra en la oficina, porque ¿cómo entramos? ¡Entramos ateridos de frío! Esto les pasa a ocho de cada diez. Y lo raro es que no les pase a diez de diez, porque aterido significa ya por sí solo ‘pasmado de frío’, con lo cual no hay más «aterimiento» posible que el que causan las bajas temperaturas.

 

La que abriga es la ropa térmica, no la termal

Sin embargo, no desesperemos, dos son los remedios a los que recurrir estos días: el primero es volver a leer los artículos de trucos para calentar tu casa ahorrando en calefacción (tranquilo, que están en la portada de todos los digitales, y calma, que cuentan lo de siempre: que aproveches el sol, que te eches una manta y que cuidadín con la estufa casera de macetas). Y el otro remedio es ir a comprarse más ropa térmica: calcetines, camisetas interiores…, todo vale; pero, por favor, pedid ropa térmica, pues térmico es el ‘material que conserva la temperatura’, y no termal, que es lo ‘relativo a las termas’ (y el que no crea que esta confusión pueda ser real que busque «ropa termal» en Google y llore luego conmigo).

Los glaciares son fríos, pero nuestro frío no es glaciar

Si tú nunca confundiste térmico y termal, no respires tranquilo tan pronto: ¿y glacial y glaciar? No es difícil encontrar noticias en las que «un frío glaciar asola determinado lugar o población». Glaciar es lo ‘relativo a los glaciares’, las masas de hielo que se acumulan por encima del límite de las nieves perpetuas; mientras que glacial es lo nuestro, una ‘temperatura muy fría’ o ‘que hace helar o helarse’.

Siempre se baja por debajo de algo

Cuando hiela es claro que las temperaturas han bajado por debajo de cero; me diréis que no he escrito esto con ningún cuidado, pero, #TrueStory, en muchos partes meteorológicos las temperaturas han bajado esta madrugada por debajo de… ¡Por debajo de bajo cero!, claro está. Hacednos caso, hay muchas alternativas para evitar esta aglomeración de repeticiones: las temperaturas se han situado por debajo, han caído, han descendido, etc.

Afecciones por nevada en las carreteras

Al parecer, las carreteras también tienen sus afectos o eso parece, al menos, leyendo algunas informaciones. En no pocos medios se encuentran frases como «Han alertado de posibles afecciones por nevadas en carreteras» o «En cuanto a las afecciones al tráfico, la nieve complica la circulación en un centenar de carreteras». Afección significa en realidad  ‘afecto’, ‘enfermedad’ e ‘inclinación o apego’, pero en ninguna de sus acepciones tiene un sentido relacionado con afectar. De hecho, el sustantivo derivado del verbo afectar es afectación, no afección. De modo que para el estado de las carreteras es mejor hablar de incidencias o, en todo caso, de afectaciones.

Frío y hielo, frío e hielo

En fin, que en estos días de frío y hielo, que no de frío e hielo (con el diptongo hie no es preciso cambiar la conjunción) siempre hay quien afirma que la cosa no es para tanto, que esto no es frío ni glaciar ni polar ni nada, que es un frío pequeñito, como de poca cosa, casi un friito, podríamos decir, o un friecito, que son los diminutivos de este sustantivo, por el que no pocas veces nos preguntan.

Quedan por aclarar muchos términos relacionados, grandes y graves preguntas; por ejemplo, la que enfrenta a la ciencia con los consejos de tu madre (incluso aunque tu madre sea científica): hijo, abrígate estos días, no me cojas frío, como si la gripe la dieran las bajas temperaturas y no los virus; pero como es colocación asentada en esta lengua y temperatura nos despedimos con ella. Una servidora va a tratar de irse a Canarias o al Cono Sur; contrariamente a lo que dice la AEMET, el grajo ha aterrizado en aquellas tierras, que de tonto no tiene un pelo, o una pluma, y allí ahora mismo es donde mejor se está.

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