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El nuevo Diccionario de la Lengua Española, que se presenta el próximo jueves, contiene una visión «mucho más moderna y dinámica» del léxico actual y refleja también el «cuidado exquisito» que ha tenido la Real Academia Española en evitar, en lo posible, el carácter machista de algunas definiciones.
Los anglicismos, galicismos y demás extranjerismos no causan alergias, ni hacen que baje el producto interior bruto, ni aumentan la contaminación ambiental. No matan a nadie. No constituyen en sí mismos un mal para el idioma.
«A partir de ahora, el Diccionario se hará desde el principio con una concepción digital y tendrá también versiones en papel», afirma el secretario de la RAE, Darío Villanueva, en una entrevista con Efe en la que habla del pasado y futuro de esta obra cuya edición electrónica recibe unos 40 millones de consultas al mes.
El director de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española, José Luis Vega, reclamó hoy que se preste más atención a la enseñanza del idioma de Cervantes en el sistema educativo de ese territorio caribeño.
El diccionario no es únicamente una compilación justa o adecuada de un conjunto de definiciones; «el libro –como aclara la Real Academia Española– en el que se recogen y explican de forma ordenada voces de una o más lenguas, de una ciencia o de una materia determinada».
Citas: «Tras una semana de protestas pro democracia, en la antigua colonia británica piden mayores libertades a Pekín», «Ahora están sirviendo para defenderse de los gases lacrimógenos que la policía lanza para sofocar las manifestaciones pro democracia».
Miles de palabras seguirán existiendo aunque no figuren en el nuevo Diccionario, que ya llega. Pero casi todos hemos caído alguna vez en la calamidad de decir «esa palabra no existe», cuando el mero hecho de haberla oído certifica lo contrario.
Con el verbo adaptar pueden funcionar las dos preposiciones, pero la elección de para o de a depende de lo que se desee transmitir.
Discurso íntegro del director de la Real Academia Española con motivo de los premios Mariano de Cavia, Luca de Tena y Mingote.
Últimamente los desayunos le juegan malas pasadas a William Lyon. Un ritual que no se va a quitar nunca es acompañar el café con leche matutino con una lectura pausada del periódico, aunque cada vez le genere más disgustos. Una vida dedicada al periodismo y la edición le han convertido en un intolerante con la mediocridad escrita.
Podría ser que un españolito de España, tumbado en una hamaca mientras pela un cacahuete, disfruta un chocolate y echa mano a la cajetilla de tabaco para agarrar un cigarro, se quedase tan tranquilo pensando que qué pedazo de idioma le dimos a los indígenas americanos.
Es imperativo que un pueblo mantenga, defienda y promueva su identidad nacional. Precisamente, fortaleciendo nuestro vernáculo protegemos nuestra identidad cultural que nos identifica como puertorriqueños.
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