Ganzabal ha participado hoy en la mesa redonda «La prensa del corazón ¿vulgarizadora del lenguaje?», dentro del seminario «Los periodistas, maestros del español» que se celebra en San Millán de la Cogolla (La Rioja).
Junto a ella en esta mesa redonda han participado periodistas del corazón, como Beatriz Cortázar o María Eugenia Yagüe, otro informador especializado en sociedad, Josep Playá de La Vanguardia, y la profesora de la Universidad de Sevilla Ester Brenes.
«La prensa del corazón de alta gama tiene contenidos de alta gama, publicidad de alta gama e incluso es diferente del resto en el papel que utiliza y no es vulgarizadora del lenguaje», ha sostenido la profesora de la Universidad del País Vasco.
Ha considerado como revistas de «alta gama» a las publicaciones de corazón que se editan en España desde hace varias décadas y a las que «no se puede meter en el mismo saco» que otras de más reciente creación.
De hecho, ha dicho, «hay otros medios que tratan a patadas el lenguaje como el cine o algunos periódicos deportivos» y, además, en esa prensa del corazón «la imagen es lo fundamental, mucha gente ve las fotos sin leer la entrevista».
Junto a esa prensa «de alta gama» ha asegurado que hay otra prensa del corazón excelente que son los suplementos de algunos diarios «que no tienen miedo a introducir temas del corazón, bien hechos, bien documentados y que no solo dan la visión oficialista».
La profesora de la Universidad de Sevilla Ester Brenes también ha afirmado que «no se puede generalizar» al decir que la prensa del corazón vulgariza el lenguaje aunque sí que hay «continuas transgresiones de un determinado sector de esa prensa».
Un trabajo de investigación desarrollado por ella sobre cómo se habla en programas del corazón evidencia, ha dicho, que «nunca un profesional del periodismo comete muchos errores lingüísticos» pero «lo que ocurre es que en esos programas cada vez hay menos profesionales, su lugar lo ocupan famosillos».
Se ha preguntado si «es la prensa del corazón la que contribuye a vulgarizar el lenguaje o es la audiencia la que impone sus gustos».
Pero, en cualquier caso, «la rentabilidad económica de las audiencias no debe suponer un detrimento de la corrección idiomática, ya que los periodistas no deben olvidar que son maestros del idioma», ha sentenciado.
El periodista de sociedad de La Vanguardia, Josep Playa, ha ligado la presencia en medios de comunicación de personas que no son profesionales a una «vulgarización democrática de la información» un fenómeno «que no tiene vuelta atrás», ha dicho.
Así, ha dicho, esa vulgarización tiene que ver con «la expansión de los medios» dentro de un contexto «marcado por la batalla global de los medios entre sí» que «se juega cada día en el triángulo de la publicidad, la audiencia y los contenidos».
El peligro, ha dicho, es que en esa batalla «se está pasando de la vulgaridad a la grosería y zafiedad».
Por ello, en su opinión, «elevar el nivel del lenguaje es una labor compartida, de la estructura educativa, de los padres y de los periodistas».