Mi favorito es uno que ponen en los ascensores de ciertos edificios públicos: «No usar en caso de emergencia». Comprendo que nos aconseja indirectamente que bajemos por las escaleras para salir del edificio en caso de alguna alarma. Pero también podría ser subir por las escaleras hasta el piso más alto o la azotea. No sé por qué no lo advierten y, sobre todo, qué tendría que hacer un discapacitado que fuera en silla de ruedas. ¿Y si el discapacitado fuera ciego? ¿Y cómo se sabe que hay una emergencia?
Creo que ya he comentado la ambivalencia entre escuchar y oír. Prácticamente ha desaparecido el oír cuando se trata de la radio o la tele. Tampoco se oyen ya rumores, sino que se escuchan. No es lo mismo, aunque a veces puedan parecer acciones equivalentes. Es posible escuchar por sorpresa un sonido inesperado o misterioso, pero resulta abusivo sustituir siempre un verbo por el otro. Se oyen campanas, pero se escucha un buen concierto de música. El problema quizá esté en que en nuestro tiempo se habla por los codos, pero se está perdiendo la cortesía de escuchar. No hay más que contemplar algunas tertulias de la tele.
[…]
Leer más en libertaddigital.com