Así lo explicó a Efe uno de los responsables del proyecto, el profesor de Berkeley Jesús Rodríguez Velasco, quien confía en disponer en el verano del 2008 de esta revista electrónica, de la que esperan sea un referente en el campo de las investigaciones filológicas o históricas relacionadas con el idioma español.

El diseño de esta revista electrónica ha sido encargado a uno de los profesionales más prestigiosos de España en esta campo, Miguel Ripoll, mientras que profesores y comités académicos de Columbia, Berkeley, de la Universidad de Salamanca y del Cilengua ya analizan los contenidos que pueden tener cabida en el ella.

Uno de los espacios del primer número estará dedicado al congreso que acaba de concluir en San Millán de la Cogolla (La Rioja), sobre códices medievales, al que han asistido un centenar de hispanistas y medievalistas de Europa y América.

El profesor Rodríguez Velasco subrayó que han elegido el formato electrónico «para superar las imposiciones de las revistas de papel» ya que quieren «un cierto grado de interacción con los lectores y una actualización permanente».

«Se trata de una experiencia totalmente contemporánea, sobre todo por la descentralización de los lugares en los que se trabaja», dijo, y consideró que «quizás sea toda una contribución a romper las barreras más tradicionales de la lengua».

«A mucha gente le da miedo el planteamiento de los libros electrónicos, pero Cilengua no lo ha tenido, ni siquiera con unos contenidos que son tradicionales», afirmó, en alusión a los trabajos que publicarán relacionados con materias históricas y humanísticas.

En su opinión, «la sociedad se enfrenta a un nuevo formato de los textos y tiene mucha prevención frente a él», con lo que la proliferación de revistas y libros en internet «será duro».

«Pero es algo que ya ha sucedido, al libro impreso le pasó lo mismo con los manuscritos, y ambos tuvieron 150 años de convivencia hasta que sólo quedaron libros de imprenta», explicó.

Ahora, añadió, «puede suceder lo mismo, los libros impresos son más seguros para la gente, pero son inamovibles, mientras que el formato electrónico sí puede cambiar».

No obstante, admitió, «la sociedad ve este nuevo formato con curiosidad y también con miedo, y quizás eso no se venza del todo nunca», concluyó.