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| Equipo NEUDC
rtve.es, España
Viernes, 7 de mayo del 2010

EL USO DE LA PALABRA ESCUCHANTE

Son muchas las palabras de construcción y uso correcto que, al igual que escuchante, no aparecen en el diccionario.


Responde a una creación natural, acorde con el genio del idioma español.


Escuchante no es correcto porque no está en el diccionario.

Muchas palabras no están en el diccionario y sin embargo son correctísimas. Si buscamos en él construido, encontraremos que no aparece. Pero se trata del legítimo participio pasivo (o participio pasado) de construir. Tampoco hallaremos una voz como cabreante, perfectamente viable, que es el participio activo (o participio presente) del usadísimo verbo cabrear. La morfología de ambos vocablos responde a las leyes de nuestro idioma para la formación y derivación de palabras. Pero en el diccionario actual sólo aparecen los infinitivos de los verbos, y no las formas posibles que se pueden escribir o pronunciar a partir de ellos.

Sin embargo, escuchante ha permanecido largos años en nuestro diccionario, cuando la Academia tenía otro criterio y sí incluía en él participios presentes y otras formas verbales. Si uno consulta el primer diccionario del idioma español que existió, el de 1732, ahí está escuchante, definido como participio activo del verbo escuchar y con el significado de 'el que escucha'. Las sucesivas ediciones, hasta la de 1984 (y son nada menos que 26 entregas, entre diccionarios usuales y manuales), incluyen escuchante, igual que recogen, por ejemplo, queriente (participio activo que estaba desde 1803). Pero desde la edición de 1992 desaparecen los participios presentes, y quedan sólo aquellos que se consideran más bien adjetivos o sustantivos (como el participio-sustantivo herido). Así, se suprime ¿queriente (por ejemplo) pero se mantiene vigilante, pues está sustantivado.

Por la misma razón permanece oyente en el diccionario, porque también se le otorga un significado especial como sustantivo. Pero no se conoce ninguna resolución de la Academia que haya suprimido el participio presente del verbo escuchar.

(Si decimos «yo no soy un ser vigilado sino un ser vigilante», esta palabra es un participio activo; pero si decimos «mi hermano es vigilante», esta palabra es un sustantivo).

(Un personaje de una novela, por ejemplo, puede decir: «Yo no soy un ser querido, sino un ser queriente». Y será correcto aunque queriente ya no esté en el diccionario).

Sólo encontraremos en el léxico oficial, insistimos, participios presentes que se han convertido en sustantivos o adjetivos. Algunos otros participios presentes que no están en el léxico oficial son siseante, murmurante, finalizante, apuntante… y se podrían aportar muchos más.

Sin embargo, la conversión de los participios presentes en adjetivos no parece homogénea: prueba de ello es que no todos admiten género (aunque sí número): decimos presidente y presidenta, y dependienta y dependiente, un liante y una lianta… pero no decimos la vigilanta ni la escuchanta ni la oyenta ni la manifestanta.

Escuchante no tiene tradición literaria

Sí la tiene. Podemos encontrar la palabra escuchante en José María de Pereda, en su obra La Puchera (año 1889): «Cotejando sentimientos con sentimientos, los que le había infundido el absorto escuchante adquirían doblada consistencia y mayor intensidad». Y el mismo autor y en la misma obra: «De pronto dejó Pilara sus asuntos propios, y saltó a los de la escuchante».

Mucho antes, por el año 1600 y pico, Tirso de Molina escribió: «Lastimosa muerte por cierto ha sido la del malogrado Lucas Moreno (que así se llamaba el escuchante)».

Igualmente alrededor de 1600, Luis de Góngora creaba este verso: «Todo va con regla y arte / que, a Dios gracias, arte y regla / nos dejó Antonio. Produzga / todo escuchante la oreja».

Y por si había alguna duda, Cervantes también emplea este recurso de nuestro idioma, en el tomo II, capítulo 33 del Quijote: «Y cómo que no mienten —dijo a esta sazón doña Rodríguez la dueña, que era una de las escuchantes—: que un romance hay que dice que metieron al rey Rodrigo vivo en una tumba llena de sapos, culebras y lagartos, y que allí a dos días dijo el rey desde dentro de la tumba, con voz doliente y baja: Ya me comen, ya me comen, por do más pecado había».

Eso era antaño, pero ahora está en desuso

No se puede decir que escuchante es una posibilidad del lenguaje que no se ha activado en la lengua, como ya hemos visto. Pero además se sigue empleando en la actualidad. Como podemos probar:

El diario Abc hablaba el 24 de diciembre de 1983 del premio Nobel español Vicente Aleixandre, y escribía: «Entre los escritores y poetas jóvenes tiene también Alexiandre un buen cartel de buen conversador y buen escuchante».

El periodista Alfonso Navalón señalaba el 29 de octubre del 2002 en el diario La Tribuna de Salamanca: «Hacía media docena de años que no veía a Bono (…).Se quedó asombrado cuando me vio entre el público escuchante».

Y en la ciberpágina de Onda Naranja, emisora de la COPE: «Nuestra intención es acercar toda la información posible al escuchante».

El filósofo catalán José Ferrater Mora estampó también este participio presente en su obra Voltaire en Nueva York, editada en 1985: «No quería que la única persona realmente oyente, o escuchante, de la sala pensara que había venido para hacer chacota».

Y en una de las ponencias de un congreso celebrado en 1924 se empleó incluso para referirse a quienes escuchan la radio: «Es ya hora de que estos efectos de la Radiotelefonía vayan encauzándose en España hacia fines más elevados que el de proporcionar a los escuchantes una mera distracción». Son palabras de Teresa de Escoriaza en la Primera Conferencia Feminista.

No se puede decir, pues, que no se utilice ahora ni se haya empleado en épocas recientes. Incluso figura en el Manual de uso del español actual, dirigido por Manuel Seco y que se ha publicado hace apenas cuatro años (octubre de 1999): Escuchante: 'que escucha'. Cierto que este diccionario la marca como una voz «rara», pero a continuación aporta una cita de Francisco García Pavón, en El reinado de Witiza (1964): «Le picó la curiosidad y, dejando a sus escuchantes con la palabra en el oído, echó tras ellos».

Finalmente, si uno introduce la palabra escuchante en el buscador Google, en Internet, encontrará 197 documentos que la contienen.

Pero no se usa en América

Tampoco es cierto. Tomo este ejemplo del diario El Universal, de Caracas: «Las emisoras de radio con programas nocturnos dedicados a los boleros han alcanzado gran popularidad entre las escuchantes femenina» (donde, por cierto, sobra la palabra femeninas).

Y el político mexicano Isaías Rivera respondía recientemente en una entrevista radiofónica: «Esto lo entiendo como lector de prensa y escuchante de noticieros».

Y un texto de investigación que el Instituto Politécnico Nacional de México ha colocado en Internet habla de que «el trabajo del lenguaje es codificar el conocimiento multidimensional en una cadena de letras, y después, en el cerebro del escuchante».

Es una palabra forzada

Puede sonarle forzada a quien conciba esta palabra únicamente como adjetivo y no esté habituado a considerar la existencia del participio activo o participio presente. Pero el oído debiera estar educado también para escuchar participios presentes.

El eminente lexicógrafo y ortotipógrafo José Martínez de Sousa pone como ejemplo de participio presente, en una de sus obras (Diccionario del español actual), el del verbo gemir, que es gimiente. Pues bien, esta palabra que se pone como ejemplo de la forma en que ha de crearse un participio presente no figura tampoco en el diccionario. Así pues, no sólo es un argumento inconsistente que escuchante no esté en el Diccionario sino también que se trate una formación forzada, pues responde a una creación natural, acorde con el genio del idioma español.

Se dice a menudo que el inglés tiene más posibilidades que el español de inventar palabras, lo que no siempre resulta cierto; pero los mismos que sostienen eso suelen ser quienes se asustan cuando creamos vocablos a partir de la propia genética de nuestro idioma.

Procede de listener

No parece darse ninguna influencia del inglés en el vocablo español escuchante. El inglés actualmente influye en las «clonaciones» o «falsos amigos» (como traducir librería en vez de biblioteca cuando encontramos la palabra library) y en los calcos sintácticos o léxicos; pero aquí no parece ocurrir nada de eso, puesto que escuchante cumple un papel previsto en los recursos de nuestro idioma, sin alterar sus significado, sintaxis y morfología. Por otro lado, se trata de una palabra presente hace siglos en español, desde 1732, cuando no había en él influencia alguna del inglés.

COLOFÓN:

Por todo lo anterior, escuchante es una palabra correcta; se trata de un recurso que tiene el idioma español, y que en el programa No es un día cualquiera se aprovecha.

Si los lenguajes retratan a los pueblos, dice muy poco en nuestro favor que en el Diccionario de la Academia esté oyente y no escuchante. Así que podemos reivindicar legítimamente esta palabra no sólo como una riqueza más de nuestro idioma sino como una riqueza mayor de nuestro espíritu.

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