En la época de los sms —cuando no existía Whatsapp y se pagaba por cada mensaje que mandabas— todos (o casi todos) sabíamos que tmb significaba también; bss, besos; tq, te quiero; y si tenías mucho afecto con esa persona le mandabas un tqm para decirle: te quiero mucho. Un lenguaje que nos inventamos para no pasarnos de los caracteres permitidos y no pagar más, y que poco a poco nuestros padres fueron aceptando no sin una notada resignación.
Las nuevas tecnologías (antes eso era lo más), nos hacen más fácil nuestro día a día pero también nos ponen zancadillas a la hora de aprender ortografía, pues son infinitos los textos donde se pueden leer palabras mal escritas.
Igual que en los mensajes que recibe Virginia Ricoy de sus dos hijos, «escriben fatal», dice esta informática afincada en Madrid, que hace dos años se lanzó con su actual socio, Roberto Salvador, en un proyecto para que los niños aprendieran de una forma fácil y divertida la ortografía española.
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