Buena parte de quienes defienden los anglicismos tecnológicos alegan que cualquier alternativa en español «no significa lo mismo». Y con ese argumento se sienten satisfechos para seguir adorando al becerro de oro y extender el injusto complejo de inferioridad de los hispanohablantes.
Creen, por ejemplo, que audio no puede desplazar en ningún contexto a podcast, y que programa no debe sustituir a software, o que en directo pierde mucho frente a en streaming. Parten para ello de una premisa según la cual las palabras definen en vez de nombrar. Sin embargo, las palabras nombran; y a fuerza de nombrar algo, les damos una definición. Pero no en todos los casos son una definición.
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