Estás con el móvil en la mano. Miras la pantalla. WhatsApp está activo. Estás conversando en un grupo. Alguien hace una pregunta: «¿Dónde vais a a pasar las vacaciones?». Empiezas a ver la cascada de respuestas con lugares de la geografía de España y de Europa. Te toca a ti. Tienes que responder y escribes: «Voy a ir a Benicássim». Le das a enviar. Miras con satisfacción como has escrito tu destino, el bonito nombre que tiene y lo musical de su pronunciación.
Pero algo te perturba. Algo no está bien. Has puesto el acento grave al revés. Tú, que nunca cometes una falta. Tú, que tienes una ortografía inmaculada. Tú, que tienes línea directa con la RAE. Tú, que contestas en Twitter las dudas que le plantean a la Fundéu antes que la propia Fundéu. Tú, que recuerdas el día en el que Pérez Reverte anunció que iros iba a ser considerada como una expresión correcta como uno de los peores de tu vida. Para otra persona es un pequeño detalle, pero para ti es el horror absoluto.
Leer más en www.vogue.es.