En la reunión a puerta cerrada también estuvieron presentes el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, y el académico Francisco Rico, responsable de la dirección de la edición del Quijote del Instituto Cervantes, del que hoy los tres dieron un ejemplar al papa.
Les acompañó también el embajador de España ante la Santa Sede, Eduardo Gutiérrez Sáenz de Buruaga.
La reunión se desarrolló en un clima cordial, «distendido», y duró «veinte minutos», explicó García de la Concha en una rueda de prensa posterior celebrada en la embajada de España ante la Santa Sede.
«Estuvo muy distendido, sin prisa alguna, realmente terminamos nosotros nuestras intervenciones porque él no ponía fin a la audiencia. (…) Hubiéramos podido seguir conversando», explicó.
Precisamente en el año en el que se cumple el IV centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, García de la Concha confesó que creía que este era el momento más idóneo para celebrar la visita.
«Nos parecía que en los 400 años del fallecimiento de Cervantes, (…) recordando al viejo profesor de Literatura que él (Jorge Bergoglio) había sido (…), lo más adecuado era ofrecerle una edición que es la edición de referencia, de estudio, que en realidad constituye una enciclopedia del Quijote y al mismo tiempo rescata la voz de Cervantes, todo a lo largo de la novela, de adiciones y supresiones que hicieron los impresores», expuso.
Unas modificaciones que realizaron entonces los impresores y que hoy fueron explicadas a Bergoglio por el profesor Rico: «En los impresos de la época tenían contadas las páginas del manuscrito que tenían que ir en cada página del impreso. Se pasaban al contar o se quedaban cortos».
«Si se pasaban, cortaban, si se quedaban cortos, añadían. Y le he mostrado al Santo Padre algunos casos en los que es materialmente visible cómo se ve que ahí se ha añadido el texto. Y le ha gustado», comentó Rico.
Tanto es así, precisó García de la Concha, que a medida que Francisco iba escuchando estas explicaciones, «el rostro se le iba iluminando».
Durante la conversación, el papa Francisco recordó «cómo siendo estudiante de la escuela media, en la rama de Ciencias, leía el Quijote, íntegro», dijo García de la Concha.
No fue la única anécdota que el papa trajo al presente, pues también revivió un día en el que, siendo profesor, «llevó a (Jorge Luis) Borges a clase y los alumnos le leyeron cuentos, y Borges dijo ‘hombre esto hay que publicarlo con un prólogo’», añadió el director del Instituto Cervantes.
«Hemos notado que Su Santidad recuerda la etapa suya como estudiante y como profesor con nostalgia», dijo por su parte el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva.
Además de rememorar su pasado, Bergoglio confesó su preocupación por el escaso vocabulario que manejan los estudiantes en la actualidad.
«Le encontramos preocupado por esa pobreza léxica de los estudiantes de su país. Se nota que le llegó alguna noticia estadística de que los estudiantes de secundaria de Argentina salían de sus estudios solo con 500 palabras del español, que son muy pocas» explicó Villanueva.
En este punto, Villanueva aprovechó para regalar al papa un ejemplar del Diccionario de autoridades y comentarle que la versión digital del diccionario académico recibió en marzo 71 200 000 consultas.
«De manera que no todo está perdido, hay mucha gente que a través de las tabletas y de los teléfonos móviles, a través de las computadoras u ordenadores están muy nteresados en ampliar su léxico”, subrayó el director de la RAE.
A lo largo de la conversación, los presentes sugirieron al papa que durante uno de sus Ángelus «hablara del Cervantes», una idea a la que Bergoglio respondió con un «buena idea», en palabras de García de la Concha.
Un encuentro muy «conmovedor», como lo describió el director del Cervantes, que sirvió para que Bergoglio pueda ahora incluir en su biblioteca personal la obra de Miguel de Cervantes y repasar «trozos del Quijote, que ya ha leído».