El diccionario, que se centrará únicamente en el español de México, recogerá aquellas palabras que tratan temas como el sexo, la muerte o el narcotráfico y que quedan fuera de otros volúmenes por ser consideradas como léxico «popular, vulgar o tabú», explicó a Efe la académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
«Muchas veces, cuando algo es tabú puede estar completamente prohibido, y de ahí que ni siquiera se genere léxico, pero en el caso de México, el tabú puede generar muchísimo más léxico para atenuarlo», de manera que se crean eufemismos que no hablan directamente del tema, comentó.
Esto ocurre, por ejemplo, en el ámbito de la salud: «En México ya ni siquiera hablamos de “discapacidades” porque pensamos que es una forma de despreciar al otro, decimos que alguien tiene “capacidades diferentes”, como si tuviéramos miedo a decir realmente lo que estamos viendo», indicó Barraza.
La académica, que actualmente trabaja en la Comisión de Consultas de la Academia Mexicana de la Lengua, indica que el léxico tabú, aunque no esté vedado, sí está determinado en el habla cotidiana a contextos concretos.
Los mexicanos, continuó, tienen «ciertas obsesiones con zonas de la cultura como por ejemplo el sexo», que Barraza calificó como «el centro» de todo este léxico tabú.
Y alrededor del sexo se hace un especial hincapié en la homosexualidad, y se crea un amplio rango de vocabulario para referirse «particularmente a la homosexualidad masculina», y casi nunca a la femenina, aunque haya «alguna palabra que otra» para referirse a las mujeres lesbianas.
Barraza también destacó el ejemplo de que, si bien hay un gran número de palabras para hablar sobre el pene o los testículos, «para hacer referencia a la vagina no son muchas».
«En el caso de la mujer todavía parecemos un objeto mucho más desconocido para generar léxico», reconoció la académica de la Facultad de Filosofía y Letras, quien previamente ha participado en proyectos como el Diccionario de americanismos y el Diccionario de mexicanismos.
En este caso, se enfrenta a la dificultad de que, al ser términos empleados en el habla, raramente están documentados, por lo que consideró que el diccionario «muy probablemente será criticado porque no hay muchas fuentes escritas» que lo respalden, aunque «la lexicografía está avanzando» a la hora de incorporar palabras que se trasmiten oralmente.
Por eso, sus fuentes son básicamente cinematográficas, y en terrenos como el narcotráfico, también se fija en las novelas que giran alrededor de este tema y en los «narcocorridos».
El diccionario constará de dos partes: la primera será un registro alfabético de todas las palabras y en la segunda vendrán ordenadas por concepto.
Debido a la gran riqueza del español en México, se toma como base el léxico del altiplano central, aunque la académica ambiciona que, en un futuro, pudiera haber «aportaciones de hablantes de distintas zonas dialectales para que el diccionario creciera».
Ahora, Barraza se enfrenta al trabajo de definición de los términos, un proceso que prevé durará un año, con el objetivo de contextualizarlos «de la manera más adecuada posible».
De forma que si un extranjero toma el diccionario, pueda comprender el vocabulario tabú mexicano y saber, por ejemplo, «cómo decirle al pene del señor que tenga en frente», bromeó la académica.