Noticias del español

|

Cristina Magdaleno (Agencia EFE)

Un diccionario bilingüe de 962 términos como brújula para el universo «gamer»

Flamear, bug, otaku, streamear o raid son algunos de los 962 términos y expresiones que el filólogo de Hispánicas Iván Ramírez ha recogido en su Diccionario de términos de videojuegos (Verbum, 2021), concebido para servir de referencia a medios de comunicación, aficionados, informáticos o a los propios jugadores.

Así lo expresa en una entrevista a EFE Ramírez, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que ha calificado el proceso de recogida de los términos como «largo», ya que comenzó a recopilar el diccionario en 2019, si bien espera despertar interés en la gente apasionada del universo gamer

«Uno siempre tiene la esperanza de que sea acogido con cariño e ilusión. Trato de ser ambicioso, pero no paso por alto el hecho de que rara vez se dará el caso de que una persona que va a jugar a videojuegos tenga la necesidad de ir a comprar un diccionario, pero como una curiosidad para la gente que le apasiona, sí», destaca Ramírez.

A su juicio, el periodismo y los medios especializados en videojuegos están viviendo una etapa de expansión «importante» y a lo largo de estos años ha apreciado «vacilación» a la hora de utilizar ciertos términos, para los que ha visto muchas variantes alternativas sin referencias del verdadero uso que hacen los hablantes. 

«Se disemina el uso de ciertas palabras», reflexiona el filólogo, que actualmente se encuentra cursando el máster de lexicografía de la Real Academia Española (RAE). 

Sobre la proliferación de algunos diccionarios en internet, apunta que, si bien hay algunos, la mayor parte «no son exhaustivos» y suelen estar elaborados por periodistas o aficionados que no cuentan con formación lexicográfica, que es lo que, desde su punto de vista, distingue su publicación. 

«Los hay en web como iniciativas de aficionados o periodistas que no son exhaustivos, suelen tener entre 100 y 200 términos. Algunos son sobre juegos particulares como el League of Legends, apunta el investigador.

Hasta donde conoce, relata Ramírez, no existe ninguna obra científica, «metodológicamente rigurosa» y en papel, que esté centrada en el ámbito de los videojuegos y su diccionario viene a «cubrir este vacío».  

«Los significados nunca los debe hacer el lexicógrafo, sino que recoge el uso de los hablantes», señala Ramírez, que agrega que su obra, además de términos relacionados con los videojuegos, también abarca palabras del lenguaje informático referido al hardware, el software o las redes sociales. 

Respecto al predominio del inglés y el tradicional rechazo que el uso de palabras anglosajonas suele despertar entre algunos filólogos o incluso la RAE, Iván Ramírez señala que su diccionario es prácticamente bilingüe porque el inglés es «la lengua de poder» y la que se encarga de dar nombre a las nuevas realidades. 

«Un ámbito de comunicación como la informática e internet bebe muchísimo del inglés. En el campo de los videojuegos no es distinto. Muchos términos se generan en inglés y en algunos casos se adaptan al español», describe el filólogo, que cita como ejemplo la palabra flamear —hecha verbo al añadir -ar— o flame, leída tal y como suena. 

Ambos términos se utilizan con mucha frecuencia en el contexto de los videojuegos en línea y multijugador y hacen referencia a cuando una persona externa a una partida, entra y comienza a insultar o a increpar al resto de jugadores sin una provocación previa. Hacer un flame o flamear.

«A muchos verbos con base inglesa se le añade la terminología de la conjugación de los verbos españoles, como –ear», explica el filólogo. Ocurre lo mismo con otros términos como streamear (emitir en directo, especialmente a través de aplicaciones como Twitch). 

Con respecto a la perspectiva del uso del inglés, Ramírez se muestra alejado de la postura tradicional porque, en su opinión, lo que está de moda ahora entre los filólogos «no es decir lo que es correcto o no, sino plasmar la lengua tal y como es».

«El filólogo solo tiene que tomar nota del uso que hacen los hablantes. No me ha quedado más remedio que recoger los principales usos de las palabras, y son en inglés. Lo que no puede hacer un lexicógrafo o investigador es proponer palabras que no se usan», destaca Ramírez, quien muestra un «rechazo frontal» a las prescripciones.

En este sentido, manifiesta que aunque a la RAE «siempre se le ha achacado llegar tarde y mal a recoger las palabras», no siempre se es «justo» con las instituciones que regulan la lengua.

«Si se apuesta por recoger las palabras según se usan, muchas se utilizan solo en un determinado momento. Rara vez se usa la palabra dabuten, por ejemplo. Si la RAE la hubiera incluido en su día, hoy tendrían que añadir la etiqueta de desuso, porque son palabras que siguen modas, como buena parte del léxico juvenil, que responde a cuestiones circunstanciales», comenta el filólogo. 

Sin embargo, sí cree que la Academia en los últimos años «está siendo más ágil» a la hora de recoger estas palabras gracias a que ya no tienen que estar ancladas en los diccionarios físicos, lo que permite agilizar tanto la inclusión de nuevos términos como su modificación, concluye. 

¡Hola!

¿Has buscado tu duda en nuestra web?

Si no la encuentras, rellena este formulario:

Los campos con * son obligatorios