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| Jorge Ignacio Pérez (Agencia EFE)

Traducir el «Quijote» al «spanglish» responde a una necesidad social en EEUU

Una versión gráfica y en spanglish de Don Quijote de la Mancha muestra la creciente presencia y relevancia de esta mezcla de inglés y español en la vida diaria de Estados Unidos, donde cerca de 40 millones de personas hablan este «tercer idioma».

«In un placete de La Mancha of which nombre no quiero remembrearme, vivía, not so long ago, uno de esos gentlemen who always tienen una lanza in the rack, una buckler antigua, a skinny caballo y un grayhound para el chase…», arranca la particular traducción de el Quijote de Ilan Stavans, profesor de Cultura Latina en el Amherst College, de Massachusetts.

Stavans, que en el pasado ya tradujo al spanglish títulos universales como El principito, del francés Antoine de Saint-Exupéry, y Hamlet, de William Shakespeare, se animó a esta aventura al considerar que «el spanglish, como lengua, es irreversible».

«No es una fuerza que exista por un sueño, sino por una necesidad», sostiene el catedrático, cuya versión para cómic de la obra maestra de Cervantes saldrá a la venta el próximo año con ilustraciones del venezolano Roberto Weil y estará a cargo de la editorial PSUP (Pennsylvania State University Press).

Y no está sólo. Este mexicano-estadounidense explica a Efe que hay numerosas editoriales estadounidenses como Haper Collins «lanzándose a publicar» en ese «idioma encantador» que es el spanglish.

Stavans opina que vivimos en un «momento de transición de la oralidad de los años setenta y ochenta a una manifestación escrita mucho más sólida, con estrategias narrativas y lexicográficas distintas».

«Hay libros que se escriben directamente en spanglish y hay que buscar una estrategia morfosintáctica para ellos», argumenta.

«A pesar de ciertas políticas nefastas del actual gobierno estadounidense», manifiesta Stavans en referencia al encendido discurso del presidente Donald Trump sobre la comunidad inmigrante, «vivimos un momento importante de multilingüismo a nivel de ofertas de trabajo».

«En los años setenta no se hablaba del spanglish como un término abarcador de las comunidades latinas; no se hablaba de una lengua colectiva. Los ochenta es el momento en el que los hispanos adquieren una gran presencia y, a partir de los noventa se identifica el spanglish como algo trasnacional y a la vez nacional», apuntala el también ensayista.

En contrapunto, el lingüista Andrew Lynch, profesor de la Universidad de Miami (UM), donde trabaja desde 1999 y dirige el Programa de Herencia de la Lengua Hispana, afirma que el spanglish no es «una lengua como tal».

«Desde un punto de vista socio-lingüístico no existe el spanglish. Lo que popularmente se concibe así es una forma de hablar que se da en los registros informales, coloquiales y en el plano oral», manifiesta Lynch.

«Se trata —dice—, de una alternancia de códigos, préstamos o calcos que también se dan en otras sociedades donde conviven dos lenguas». Y pone como ejemplo el chinglish, que parte del chino en contacto con el inglés en San Francisco, o el quechuañol, en Perú.

Lo que parece indudable es que la creciente comunidad hispana en EE. UU., con cerca de 60 millones de personas, ha empujado con fuerza al español en el país.

Sin embargo, mientras los inmigrantes de primera generación se comunican en su mayoría en castellano, sus hijos son bilingües y la tercera generación tiene serios problemas para expresarse en español, y ahí llega el papel cada vez más relevante del spanglish.

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