La ha liado el acádemico Pérez-Reverte por adelantar en Twitter que la Academia va a «aceptar» que el imperativo de segunda persona del plural del verbo ir se pueda conjugar como iros además de en su forma normativa idos.
Lo de las Academias es como una condena. Si proponen cómo hay que decir las cosas son clasistas, anticuados, puristas, dinosaurios, carcamales y qué sé yo cuántas cosas más; si documentan usos establecidos hace mucho tiempo, incluso entre personas cultas, son facilones, blandengues, traidores, suma y sigue. La cuestión es que nunca llueve a gusto de todos.
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