Comentario: ¡Palabras mayores! Lo dice nadie menos que el premiado escritor Evelio Rosero. Un escritor de su categoría puede tener sus propias normas. Saramago usaba un estilo de puntuación creado por él. Juan Ramón Jiménez escribía jenialidad, con j, en vez de genialidad, con g. D’Artagnan escribía sinembargo, pegado, y no sin embargo, separado, como figura en el DRAE. Goytisolo ha escrito Madrí y reló, en vez de Madrid y reloj.
Las normas necesariamente cambian, como cambia el lenguaje. Y ahí está el caso de la tilde de sólo, antes obligatoria, después opcional y ahora eliminada.
La norma decía que para distinguir el adjetivo solo (‘sin compañía’), «vive solo, desde que quedó huérfano», del adverbio solo (apócope de ‘solamente’), se marcara tilde en el segundo, «sólo atiende los martes». Las Nuevas normas de prosodia y ortografía, 1952, reducen la obligación de esta tilde a los casos en que se presta a confusión, que son aquellos en los que el adverbio se refiere a masculino singular. Así «Juan viene sólo los jueves» significa que no viene los martes ni los miércoles…, mientras que «Juan viene solo los jueves» significa que nadie lo acompaña. En el caso de Juana no hay confusión, pues no se confunde el adjetivo sola con el adverbio solo.
La Ortografía de la lengua española de 1999 recuerda que no hace falta marcar la tilde del adverbio solo si la palabra no se presta a confusión. Y la del 2010 la elimina definitivamente. Como se ve, no fue una norma caprichosa, sino que llevaba más de medio siglo gestándose.
[…]
Leer más en eltiempo.com