Noticias del español

| Salvador Gutiérrez Ordóñez (El Mundo, España)

Sobre «pilota», «portavoza», «miembra» y otros femeninos

De vez en cuando los políticos sacuden la conciencia normativa de los ciudadanos con la propuesta de femeninos rupturistas. Así ocurrió con jóvenasmiembra y, estos últimos días, con el uso de portavoza.

En tales casos, se producen debates intensos, incluso encarnizados, que, con independencia del costado al que se incline la razón, denotan una saludable preocupación por la salud y pureza de la lengua. Todos hemos interiorizado en los años de formación, primero, y, luego, a lo largo de toda la vida, una preocupación por las normas de la corrección (el recte loquendi del que hablaban dos gramáticos hispánicos de relieve universal: Quintiliano y Nebrija).

Es normal asimismo que, en el fragor de la discusión, los ciudadanos airados giren la mirada hacia los gramáticos y hacia los académicos pidiendo una condena inquisitorial («crucifícalo, crucifícalo»). Las personas menos airadas, pero sorprendidas, solicitan una aclaración: «¿Está bien dicho?». Con la norma hemos dado, amigo Sancho.

[…] En las discusiones sobre la corrección de una forma o de una expresión lingüística conviene diferenciar dos conceptos: el sistema y la norma. El sistema es el marco formal que establece las posibilidades de variación o de combinación que permite la lengua. Muchas de esas posibilidades no están aplicadas o explotadas por el uso, a causa de diferentes razones. La norma recoge lo que en un momento dado los hablantes consideran correcto. El sistema es estable, cambia con extrema dificultad. Sin embargo, la norma es variable, tornadiza. Depende de la valoración del pueblo.

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