Así hablan y se entienden los jóvenes de hoy, y el esquivo movimiento de la serpiente, símil de la evitación de un beso, aparte de revolucionar las redes, sirve de ejemplo de otra más relevante revuelta, la del lenguaje, que emprenden los adolescentes y jóvenes de cada generación.
Vocablos y expresiones, la mayoría efímeros, que les permiten la identificación con su colectivo. Nacen, se reproducen a gran velocidad, triunfan y al poco «fallecen» al caer en desuso y ser sustituidos por otros nuevos. Solo unos pocos perviven y pasan al léxico común y al diccionario académico. Rollo, flipar, molar, culamen, pibón… Son algunos ejemplos.
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