Hay que reconocer que hubo, como se dice ahora, una buena estrategia de marketing: el título elegido, «#acentúate», llamó la atención y por primera vez en mucho tiempo la mayoría de los hablantes decidió acatar con gusto una norma lingüística.
La comunicación de Fundéu fue sencilla y sensata: «Las palabras que forman parte de las etiquetas o hashtags de la red social Twitter pueden incluir tildes, por lo que es aconsejable ponerlas conforme a las reglas generales de acentuación», y justificaba el consejo en el hecho de que, como ahora los buscadores de Twitter devuelven indistintamente los resultados de las etiquetas escritas con o sin tilde, «escribirlas con su grafía adecuada no supone ningún problema técnico».