El senador Tim Kaine se acercó al micrófono con cierta vacilación para iniciar su presentación nacional.
Saludó con ambas manos. Levantó con mucho entusiasmo el puño en señal de victoria. Desistió con rapidez de un gesto con ambos pulgares.
Pero cuando comenzó a agradecer a toda su lista, desde la audiencia y la ciudad de Miami hasta la universidad anfitriona, de repente pareció inundarlo una calma total. Hizo una pausa, asintió con la cabeza, relajó los hombros y extendió sus palmas…
«¡Bienvenidos a todos!», gritó en español. «Bienvenidos a todos en nuestro país, ¿verdad? ¡Porque somos americanos todos!».
Un giro retórico apreciado para el debut en las elecciones generales: blancos ansiosos por hablar español en público.
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