Hay muchos críos por el Congreso del Idioma Español de Puerto Rico. Estudiantes que vienen con sus clases a San Juan y que asisten a las ponencias porque sus profesores esperan que le cojan el gusto a eso de pensar el idioma en el que hablan. El jueves, unas alumnas de las Dominicas esperaban a la puerta de una conferencia.
-¿Es usted español?
-Sí.
-¡Nos encanta el acento de los españoles! ¡Casi tanto como el argentino!
Antes, estas cosas no pasaban. Hace nueve años, por ejemplo, en el congreso del Idioma de Cartagena de Indias, los españoles tuvieron que escuchar una batería de reproches contra nuestro supuesto afán normativo, nuestro instinto de hermanos mayores que creen que su manera de hablar es la normal y todo lo demás son deformaciones. Los representantes de la Real Academia insistían en que no, en que esa actitud ya no existía desde hace muchos años, pero la pelea era difícil.
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