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Alfredo Valenzuela (Agencia EFE)

«Quien habla bien es una persona concreta, no un territorio», dice Lola Pons

La catedrática de Historia de la Lengua de la Universidad de Sevilla Lola Pons, comisaria del V Centenario de Nebrija para la Junta de Andalucía, ha dicho a EFE sobre los acentos regionales o dialectos geográficos que «quien habla bien es una persona concreta, no el conjunto de los hablantes de una zona concreta o territorio».

Sobre el acento andaluz —o lo que comúnmente se entiende por acento andaluz—, ha señalado que «lo que se entendía por identidad andaluza, se ha aplicado a su forma de hablar» y en determinados periodos históricos se ha construido una visión de España «a costa de Andalucía».

La filóloga, autora entre otros del libro Una lengua muy larga sobre las peculiaridades del español, ha observado que hay «una progresiva consideración del acento andaluz, tanto en ámbitos académicos como en los medios de comunicación audiovisuales, y no solo en los medios andaluces».

«Todas las lenguas vivas y naturales existen en muchas variedades, tienen un conjunto de dialectos y el componente geográfico es el más importante, aunque también hay otros, como los sociales o situacionales», ha señalado, para añadir: «El español de Andalucía es una variedad más del español, y es una variedad muy relevante tanto demográfica como históricamente, ya que es la base del español de América».

En cuanto al valor o la consideración de los distintos acentos, la profesora ha señalado que «científicamente, son todos iguales» y que, si unos acentos han tenido más «visibilidad» que otros, se ha debido a argumentos de carácter «sentimental» que han servido para atacar o defender unos y otros acentos.

Si el habla andaluza en determinados momentos del siglo XX ha sido considerada «escasamente culta, poco ejemplar o poco elaborada», se ha debido a un costumbrismo que ha confundido al andaluz con «un personaje poco estimable», lo que ha achacado a que «la construcción de la identidad de España se hiciera a costa de Andalucía», por un lado, y a que los filólogos «no hayan sido capaces de extender más allá del ámbito académico» que solo se trataba de un tópico, por otro.

De «tópicos infundados» ha calificado Pons los que pesan sobre el habla andaluza, tanto los de carácter negativo como los que pueden resultar positivos, o sean tanto los que califican a esta habla como un «castellano deformado» como la que la consideran la variante «más rica o más expresiva de la Península».

Igualmente, ha rechazado la idea de que el dialecto andaluz resulte «ininteligible» porque es lo mismo que sucede con cualquier dialecto en determinadas zonas geográficas.

Ese tipo de consideraciones en favor de un dialecto u otro las ha comparado Pons con la consideración de que la Tierra sea plana, o sea una consideración que carece de cualquier base científica.

Según Pons, los rasgos más peculiares del dialecto andaluz son relativamente modernos y proceden de finales del siglo XV o del XVI, de ahí que esa serie de creencias, por ejemplo, de que ya los romanos de Bética «hablaban como andaluces» carece de cualquier fundamente científico.

«Obviamente hablarían de manera distinta a los de otras zonas del Imperio romano», ha señalado para añadir que al igual que ahora unas zonas geográficas y otras tienen rasgos lingüísticos distintos aunque empleen el mismo idioma.

También ha rechazado otras creencias infundadas como que el andaluz sea una mezcla del árabe y el castellano o que el dialecto andaluz posea los rasgos que lo harán «el dialecto del futuro»; no es «ni más revolucionario ni más arcaizante» que otros modos de hablar español, o sea, «una variedad más». 

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