Los vocativos sirven para reclamar la atención de un interlocutor. Por ejemplo, en esta oración: «Y eso te lo diré, Gertrudis, si no se lo cotilleas a tu hermano» (Gertrudis es ahí el vocativo). A veces se usan sin ninguna esperanza de que alguien responda, por ejemplo si escribimos «óyeme, tristeza, las penas que te cuento». Pero, por lo general, constituyen un detalle de proximidad hacia quien conversa con uno.
También son vocativos los continuos usos de señorías, señor Rajoy o señor Sánchez oídos en el debate de investidura.
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