Y es que si crees que lo que constituye una «palabrota» es similar en el mundo entero, no estás totalmente en lo cierto.
El lenguaje pasado de tono –las groserías, la blasfemia, las obscenidades, los improperios, las palabrotas, como quieras llamarlo— es especial.
Así como el lenguaje es la tierra en la que cultivamos nuestra vida, las groserías son como los volcanes y los géiseres que hacen erupción del manto terrestre, bajo la superficie.
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