Tras 133 años de historia, la Academia contará con una mujer al frente, una llegada que algunos consideran «renovadora» pese a que Valdés (Santiago, 1943) asegura no ser «nada joven».
Pero reconoce tener planes para que la Academia Chilena de la Lengua, que es una de las 23 instituciones que conforman la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), «se abra».
«Hace muchos años que la lingüística no es policíaca. No trata de imponer una norma sino de recoger todos los usos y la riqueza del lenguaje, incluso de los estratos más populares», explicó.
Valdés, que ocupará el cargo durante tres años no renovables, explicó que decidió postularse «por la idea de que una mujer pudiera ser la directora» además de tener «la experiencia y capacitación».
«Me interesaba postularme, más que por mí, por las mujeres. Pensé que, con todo lo que ha sucedido este año, existe una necesidad de dar una imagen de apertura hacia lo que está pasando en la sociedad y mucho de lo que sucede tiene que ver con los movimientos de mujeres», precisó.
Entre sus proyectos de «renovación», Valdés tiene la intención de centrarse en «las nuevas formas de comunicación».
«Tenemos que empezar a abrirnos y tener ímpetu para poder participar en la vida nacional desde todas las plataformas», explicó la académica, que reconoció su intención de tener las «puertas abiertas de la institución» a través de la organización de eventos y de «explotar las redes sociales», de las que se declaró usuaria.
En cuanto al uso del lenguaje de la juventud, Valdés se mostró disconforme con «la letanía, que siempre se repite, de que los jóvenes hablan mal».
«Los jóvenes tienen maneras muy coloquiales de tratarse que son perfectamente normales y la Academia las acoge en el diccionario, pero entre paréntesis, especifica que son de uso popular o vulgar, aunque nadie lea esa parte», concretó.
En este sentido, la académica afirmó que «la lingüística tiene una actitud bastante generosa» y destacó la existencia del Diccionario de Americanismos (2010) —que recoge las palabras propias del español de América—, o el Diccionario del uso del español en Chile (2010).
«Antes se pensaba que solo la gente culta hablaba bien pero hay estratos populares que hablan muy bien. Lo importante es que las personas entiendan que deben dominar varios registros del habla», agregó.
La única «preocupación» que Valdés mostró respecto a la lengua es el uso de «muy pocas palabras».
«La limitación del vocabulario limita el pensamiento. También es cierto que ahora los jóvenes no solo piensan en palabras sino también en imágenes. Pero el lenguaje humano es irreemplazable y, mientras más capacidades tengamos para expresarnos bien, pensaremos mejor», aseguró.
Sobre el lenguaje «inclusivo», la nueva directora no cerró la puerta a su introducción en el diccionario, aunque reconoció que «hay que preguntarse si eso llegará más allá del Twitter (red social) y de los grupos que lo proponen».
«Hay que ver hasta qué punto se utiliza. Un grupo minoritario puede acoger de forma testimonial la expresión ‘todes’ para referirse a ambos géneros. Ahora bien, solo podrá aparecer en los diccionarios si eso llega a tener un uso generalizado», sentenció.
Adriana Valdés, que estudió Literatura, fue traductora en la ONU y directora de Documentos y Publicaciones de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), se convierte asimismo en la primera mujer en presidir el Instituto de Chile, un organismo que agrupa a seis academias del mundo de las letras, la ciencia y el arte en Chile.
Valdés ingresó en 1993 en la Academia Chilena de la Lengua, convirtiéndose en la quinta mujer en acceder a esta institución, que en la actualidad cuenta con ocho académicas de un total de 34 miembros de número.
«Tenemos escritoras y lingüistas mujeres dedicadas a las ciencias humanas que deberían estar incorporadas en las Academias. Es un movimiento que no se va a detener, al contrario, y espero que adquiera nuevo impulso bajo la dirección que asumo en la Academia y la presidencia del Instituto de Chile», concluyó Valdés.